setembro 07, 2014

"Tiempos [im]posibles, espacios [in]correctos, escrituras perras: activismo sexual trans-feminista y auto-bio-grafía por Lucha Venegas" (DISIDENCIA SEXUAL)

PICICA: “Las palabras, así como los amigos, nos permiten sobrevivir. Escribir como un acto de amor y un acto de rebeldía, de profunda indignación y pasión. Cuando siento que me traiciono, escribo. No podríamos hacerlo de otra manera. La indignación nunca es personal, siempre es colectiva. Puesto que la violencia meditada siempre hiere a muchos.”


Tiempos [im]posibles, espacios [in]correctos, escrituras perras: activismo sexual trans-feminista y auto-bio-grafía por Lucha Venegas

El siguiente texto fue leído en los talleres-conversatorios “Perspectivas feministas y Disidencia Sexual para la resistencia anti patriarcal”. Organizado por el Colectivo de Disidencia Sexual Arroz Quemado en la ciudad de Valparaíso el 5 de Septiembre de 2014

Lucha Venegas
“no sé escribir, pero no soy muda”[1].
de claudia rodríguez

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Por darme uno, mi nombre es lucha navarrete; obrera sexual travesti lesbiana del colectivo utópico de disidencia sexual (cuds). Ando en una cuerpa incorrecta y quiltra. De hecho, este no es mi cuerpo (aunque en esta escucha sí). Solidariamente me lo disponen las amigas y compañeras del Colectivo Arroz Quemado, a quienes infinitamente agradezco, no sólo por el gesto trans de traficarnos (que también), sino que además por posibilitar-nos espacios, siempre frágiles, donde encontrarnos, re-conocernos, leernos y abrir-nos tiempos/cuerpas/vidas que son imposibles para la heterosexualidad, sus modos y su futuro.

“Las palabras, así como los amigos, nos permiten sobrevivir. Escribir como un acto de amor y un acto de rebeldía, de profunda indignación y pasión. Cuando siento que me traiciono, escribo. No podríamos hacerlo de otra manera. La indignación nunca es personal, siempre es colectiva. Puesto que la violencia meditada siempre hiere a muchos”[2].

No hay momentos [in]correctos para escribir, ni horario definido o algo que se le parezca. A lo sumo para repasar/repensar ideas anotadas en algún lugar para hacernos responsables de ellas –y muchas veces si es que. Así también es que no hay momentos [in]correctos para “la revolución”, ni un programa ni tiempo específico.

Como está repartida la realidad, tal vez para nosotras ni siquiera alcanza la revolución. Cada día que vuelvo al mundo me sorprendo/resisto a la insistencia de su precarización y que nuestros cueros[3] nos sigan dando. Eso suponiendo que hay algo así como un mundo en común. No es serio, y ya mucho menos creíble, ese mundo que nos expulsa y asegura sólo violencia.

Sin embargo habitamos y nos encontramos en distintos mundos, podemos reconocernos –auto -bio-gráficamente nos cruzamos, nos escribimos.

Si es cierto que en esta sociedad burguesa/aburguesada promovida/impuesta por/desde en/la demo-cracia/imperialismo capitalista/humana. Digo, si es cierto que, en la construcción como sujetos en ese contexto, se nos hace ineludible la “pulsión de muerte”, entonces impliquemos/comprometamos nuestras muertes. O dicho de otra manera, impliquemos/comprometamos nuestras auto-bio-grafías.

Nuestras vidas/tiempos están en constante disputa. El capitalismo nos requisa el cuerpo/tiempo, ya sea trabajando, ya sea consumiendo-nos. Al unísono, el hétero-patriarcado también nos requisa la vida, el cuerpo, el tiempo, nuestra(s) sexualidad(es). Si es que somos constantemente requisados, bien nos con-vendría ser una gran bomba en donde quiera que estemos. Más que mal, la dictadura, esa que nunca se fue, se sostiene en las micro dictaduras familiares que habitamos en nuestra cotidianidad.
Es sabido que la educación a la que podemos acceder se encuentra precarizada/desmantelada –y la gente, de manera sagrada, sigue endeudando su vida por ella. Nos privan de múltiples conocimientos de distintos mundos. Desconocemos los conocimientos/prácticas/políticas/imaginarios de/desde/sobre la(s) sexualidad(es), la(s) economía(s) de nuestro(s) cuerpo(s), la importancia de nuestro(s) tiempo(s). Entonces, ¿cómo es que nos auto-formamos/construimos? ¿Cómo y para qué lo hacemos? ¿De dónde sacamos los tiempos [im]posibles y en qué espacios [in]correctos ? ¿Hasta dónde nos dará el cuero? ¿Cuánto más soportarán nuestras cuerpas?

No nos queda más que la acción directa. No nos queda más que las cuerpas que nos auto-bio-grafiamos. Nuestra acción directa está en las fotocopias que nos traficamos, en el tiempo que le disputamos/robamos a la heterosexualidad y al capitalismo, en los abortos que acompañamos. Nuestra acción directa reverbera en nuestras escrituras, en los atentados compulsivos que cotidianamente realizamos, en la alteración de las percepciones, en el escribir contra una misma, en las vasectomías que nos auto-gestionamos, en la política de la amistad, en los talleres de sexualidad placentera para “menores de edad” en nuestras poblas, en nuestras asociaciones ilícitas, en la abortista toma de la catedral, en las articulaciones peligrosas con otros colectivos y sueltas, en la producción/disputa de inestables/localizadas epistemologías implicadas, en los audiovisuales que mal intencionadamente montamos, en las ropas que nos hacemos, en la información que contrabandeamos, en la música que componemos y bailamos. Nuestra acción directa son nuestras auto-bio-grafías, esas que nos escribimos peleándoselas al guión heterosexual y su formato familiar.

La escritura no es algo que le pertenezca a la academia, ni sea para su reducido uso industrial. Para lxs obrerxs y las feministas el escribir se vuelve algo vital, un lugar de resistencia, un plano de experimentación y re-torsión de la realidad, un lugar desde donde atentar-nos.

Existen insolentes burgueses universitarios de izquierda que nos acusan de elitistas por escribir-nos, que les molesta que lo hagamos, pues para ellos, los insolentes burgueses universitarios de izquierda, nosotras no debiésemos si quiera hablar –burgueses miserables.
Nuestras escrituras no caben en la academia, por perras, bastardas, impropias, difusas, travestis, trans-fugas, por lenguas raras, escrituras difíciles. Y es que tampoco queremos que quepan en la academia. Queremos que la dañen, que la hagan estallar, que colapsen sus tacaños sentidos y verdades estáticas. Por eso no nos privamos de espacios ni lugares. Por eso lo universitario, como cualquier otro espacio, nos parece un lugar a irrumpir y contaminar. Nuestras escrituras perras [nos] incomodan y posibilitan politizar nuestros daños. Nos tomamos la palabra porque no mendigamos una voz legítima y correcta que diga hablar por nosotras.
Estas escrituras perras con las que trazamos nuestras auto-bio-grafías son también nuestras armas incendiarias. Esas activistas escrituras de lava flúor con las que escribimos las obreras y feministas. Nuestras rabiosas auto-bio-grafías son el radical desacuerdo con el mundo, siempre tan burgués, tan blanco y tan heterosexual.

Y habitamos las escrituras perras –esas de perra malagradecida. Nos reverbera Hija de Perra como un reflujo desde nuestras entrañas, como si nos la hubiésemos comido, como si nosotras también fuésemos Hija de Perra. Y es que lo somos. Somos hijas de perra. Mal abortadas, hijas no deseadas, sin origen ni genes claros, quiltras de dudosa procedencia.
Hace diez días falleció Hija de Perra, activista/compañera trans-feminista de la disidencia sexual. Su muerte nos con-movió y desbastó. Así nos dejó la partida de una artivista, compañera, amiga, terrorista.

He andado con la cuerpa torpe, débil, cayéndome de mí misma. Nunca había notado de modo tan insoslayable que somos casi por completo de agua, que nos podemos ir en nuestros implicados fluidos. Su muerte me hace pensar e implica en/con las muertes de lxs obrerxs que se queman a lo bonzo la auto-bio-grafía como radical acción de protesta. Obrerxs como una, obrerxs sexuales siempre tan mal pagadas como la incendiaria Hija de Perra.
Somos las problemáticas, las conflictivas, las perras malas y calientes, siempre demasiado incendiarias. Un desborde de escasa mesura y aniquilado respeto. Tal vez como muchas de ustedes, como la finada Perra que nos nutre las auto-bio-grafías con las que nos escribimos una cuerpa que sea una bomba que explote el mundo.

¿Cuántas bombas son necesarias para hacer estallar el mundo? ¿Cuántas hijas de perra somos necesarias para hacerlo estallar? Invitamos a que se tomen la palabra, que se auto-bio-grafíen. No hay Hija de Perra que no sea una bomba que posibilite “en la desmedida de lo imposible”[4] mundos habitables para nosotras, mundos para las hijas de perra.

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[1] Poesía travesti. Cuerpos para odiar. las travestis sobre nuestras muertes no sabemos escribir. Claudia Rodríguez (publicación autogestionada, 2014).

[2] #ANTI-SOCIAL, una opinión perra sobre la violencia, Jorge Díaz, bióloga feminista, activista artístico trans-disciplina, colectivo cuds.

[3] Fuerzas Especiales, Diamela Eltit (2013).

[4] Cita de texto Inédito, José Carlos Henríquez, puto/trabajador sexual trans-feminista, colectivo cuds.

Fuente: DISIDENCIA SEXUAL

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