setembro 08, 2014

"#ANTI-SOCIAL, una opinión perra sobre la violencia por Jorge Díaz" (DISIDENCIA SEXUAL)

PICICA: "Porque el capitalismo ha hecho crecer de tal manera su práctica de violencia que la hemos naturalizado. Nos preguntamos desde quién viene esa violencia y sus derechos sobre las palabras. Nos preguntamos sobre la liviandad con la que la academia utiliza los apelativos de violencia para denominarnos. Sobre su poca sensibilidad con los signos. Finalmente nos preguntamos sobre su ignorancia. Porque se hace más que real aquella automatización de la escritura, una palabra tras otra en un paper, una palabra que no importa más que como conector. Porque en la industria de la ciencia, la palabra no importa. Sólo importa su memorización o la capacidad para definir, nada más. Y nosotrxs, que estamos hechos de palabras. Pero ya no podemos permitir que la autoridad se quede con más palabras en su vocabulario que disciplina.

Un anti-social es quien construye contracultura y se opone creativamente al orden establecido. Alguien que incita a su desorganización o negatividad. Una negatividad donde algo cambia. Decir “no” siempre algo cambia. Un anti-social puede dar miedo, puede desorganizar la estructura, puede romper con la familia. Porque ese es el problema: la familia. Esa familia que inevitablemente está en todos lados y en cada resquicio de sentido común. El sentido común es fascista."


#ANTI-SOCIAL, una opinión perra sobre la violencia por Jorge Díaz

 

10568936_10152434753903889_4527148028806431809_n


Escribo cuando algo me impide seguir viviendo, ya sea porque me desborda de deseo o porque siento que me traicionan con algo que me parece injusto. Quizás simplemente cuando quiero alivianar la carga. Las palabras, así como los amigos, nos permiten sobrevivir. Escribir como un acto de amor y un acto de rebeldía, de profunda indignación y pasión. Cuando siento que me traiciono, escribo. No podríamos hacerlo de otra manera. La indignación nunca es personal, siempre es colectiva. Puesto que la violencia meditada siempre hiere a muchos.

Soy un biólogo que zigzaguea entre las clásicas y asfixiantes estructuras heterosexuales de la ciencia y el mundo del activismo artístico de la disidencia sexual tratando de correr los marcos de lecturas con teorías perras, es decir, feministas. Feministas, desobedientes y peligrosas. Al parecer sobre todo peligrosas.

Y es así como desde cierta institución científica me han acusado deliberadamente de anti-social, me lo han dicho de manera negativa, estigmatizándome, dejándome en el lugar del abyecto o el enfermo. La ciencia y sus ritos normalizadores me han puesto en el lugar del anti-social. Me lo ha dicho con palabras escritas, con correspondencia directa, en el inbox de mi correo electrónico. Anti-social, me escribieron. Así, seco. Anti-social. Tu, estimado, eres un anti-social. Un e-mail gratuito, seguro, ignorante. Asumo que no sabían qué me estaban diciendo, qué carga traía esa palabra para mí. Anti-social.

Y pienso en cuando uno se puede hacer parte de la supuesta ofensa, cuándo uno puede reivindicarla, parodiarla o hacerse el ofendido o la víctima. Creo que como siempre, esto de las ofensas depende del contexto. Quién te ofende, hasta qué punto te destruye. Una palabra puede destruir. Al menos una palabra.

Porque el capitalismo ha hecho crecer de tal manera su práctica de violencia que la hemos naturalizado. Nos preguntamos desde quién viene esa violencia y sus derechos sobre las palabras. Nos preguntamos sobre la liviandad con la que la academia utiliza los apelativos de violencia para denominarnos. Sobre su poca sensibilidad con los signos. Finalmente nos preguntamos sobre su ignorancia. Porque se hace más que real aquella automatización de la escritura, una palabra tras otra en un paper, una palabra que no importa más que como conector. Porque en la industria de la ciencia, la palabra no importa. Sólo importa su memorización o la capacidad para definir, nada más. Y nosotrxs, que estamos hechos de palabras. Pero ya no podemos permitir que la autoridad se quede con más palabras en su vocabulario que disciplina.

Un anti-social es quien construye contracultura y se opone creativamente al orden establecido. Alguien que incita a su desorganización o negatividad. Una negatividad donde algo cambia. Decir “no” siempre algo cambia. Un anti-social puede dar miedo, puede desorganizar la estructura, puede romper con la familia. Porque ese es el problema: la familia. Esa familia que inevitablemente está en todos lados y en cada resquicio de sentido común. El sentido común es fascista.

Pero quiero decir: más que la familia en sí y sus sujetos con roles, es la estructura de la familia la que se repite de manera agotadora en todos lados. Tediosamente. Muy tediosamente. El padre que grita fuerte y que amenaza consecuencias y la madre silenciosa que reproduce la ley del padre. La misma estructura se repite en loop. Nuevamente, hasta agotarnos.

Entonces pienso nuevamente en la ofensa. Maricón o la siutiquería de decirte gay ya es tan común que lo tenemos imprintado en la carne y no nos hace mucho sentido porque ni tan hombres somos. Ni tan hombres, ni tan felices para ser gays. Pero si, somos anti-sociales al resistirnos a vivir en una estructura donde todo sea familiar, con estructuras jerárquicas, con organizaciones pre-trazadas y con egos explícitos. Explícitos y ordinarios. El ego es un error.

¿Cómo explicar en ese espacio de egos explícitos la muerte de un compañerx en la resistencia sexual? ¿Cómo hablarles que tenemos existencias frágiles, que nuestros cuerpos anti-sociales nada tienen que ver con sus fuertes brazos de poder académico? El mismo día que llegó a mi inbox el mail que me decía anti-social, un mensaje de texto sin remitente conocido me confirmaba que había muerto Hija de Perra. Una extraordinaria y amorosa compañera en la resistencia under, una completa anti-social del género. Una bella e incómoda coincidencia. La Hija de Perra muerta y un e-mail diciéndome anti-social. Conexiones perras. La Hija de Perra siempre como una anti-social. Hija de Perra portó siempre la amenaza de quienes son considerados por la ciencia como anti-sociales.

Hace unos días, frente a mi casa están explotando bombas como signo de un sistema que ya no da más. Escucho y siento bombas de un ruido estremecedor.

Anti-social, Hija de Perra y la bomba me resuenan cuando miro mi correo electrónico. Resuenan como un trío escandaloso. Y pienso, hagamos bombas simbólicas o metafóricas.

Hagamos bombas para la ridícula idea de no volver a verte, Perra.

Hija de Perra, esa bomba insolente a la institución que norma me devuelve esta imagen. Si esto de las ofensas depende del contexto, Hija de Perra fue una anti-social que utilizó, ahora de manera creativa y política, la violencia ante la ofensa. Esa ofensa que se entrega para hacer un targeting del anti-social.Una ofensa que entre otras, me fue entregada familiarmente en palabras en un mail. No existe nada más agotador.Una bomba como Hija de Perra aceleró nuestros corazones disidentes hasta hacerlos explotar. Hija de Perra es el epitafio para nuestros corazones disidentes y anti-sociales.

Es el epitafio y la bomba de ser un anti-social.
nota de sobre la muerte de Hija de Perra en el desconcierto
http://eldesconcierto.cl/hija-de-perra-y-el-arte-politico-desde-la-marginalidad-real/
1095095_698135723537014_836097086_n

Fonte: Disidencia Sexual

Nenhum comentário: