PICICA: "Discípulos y colegas llaman al francés Jacques Le
Goff "el ogro historiador". Es una referencia al desaparecido Marc
Bloch, cofundador de l'Ecole des Annales, quien afirmaba que un buen
historiador "se parece al ogro de la leyenda: allí donde huele carne
humana, sabe que está su presa".
De un ogro, Jacques Le Goff tiene la estatura y el
apetito. También tiene una insaciable curiosidad que lo llevó a
transformarse en una referencia mundial sobre la historia de la Edad
Media, período al cual el hombre contemporáneo le debe muchas de sus
conquistas, dice.
A los 82 años, Jacques Le Goff sigue trabajando, a
pesar de la profunda tristeza que le provocó la reciente muerte de su
esposa -después de casi 60 años de vida en común- y de una caída que
desde 2003 lo mantiene recluido en su departamento de París.
Con cualquiera de sus libros -tantos que podrían formar una biblioteca- todo lector se siente inteligente y erudito.
Aún más que sus condiscípulos George Duby, Emmanuel
Le Roy Ladurie y François Furet, Le Goff recurrió a todas las
disciplinas para estudiar la vida cotidiana, las mentalidades y los
sueños de la Edad Media : antropología, etnología, arqueología,
psicología? Sus obras mezclan conocimiento y perspectivas. Con ellas es
posible introducirse en un medioevo fascinante, donde se estudiaba y se
enseñaba a Aristóteles, Averroes y Avicenas, las ciudades comenzaban a
forjarse una idea de la belleza y los burgueses financiaban catedrales
que inspirarían a Gropius, Gaudi y Niemeyer. En esa Edad Media
masculina, la mujer era respetada, las prostitutas, bien tratadas y
hasta desposadas, y solía suceder que las jovencitas aprendieran a leer y
a escribir."
entrevista a
Jacques Le Goff
por Luisa Corradini |
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LA NACIÓN. Miércoles 12 de octubre de 2005
Discípulos y colegas llaman al francés Jacques Le
Goff "el ogro historiador". Es una referencia al desaparecido Marc
Bloch, cofundador de l'Ecole des Annales, quien afirmaba que un buen
historiador "se parece al ogro de la leyenda: allí donde huele carne
humana, sabe que está su presa".
De un ogro, Jacques Le Goff tiene la estatura y el
apetito. También tiene una insaciable curiosidad que lo llevó a
transformarse en una referencia mundial sobre la historia de la Edad
Media, período al cual el hombre contemporáneo le debe muchas de sus
conquistas, dice.
A los 82 años, Jacques Le Goff sigue trabajando, a
pesar de la profunda tristeza que le provocó la reciente muerte de su
esposa -después de casi 60 años de vida en común- y de una caída que
desde 2003 lo mantiene recluido en su departamento de París.
Con cualquiera de sus libros -tantos que podrían formar una biblioteca- todo lector se siente inteligente y erudito.
Aún más que sus condiscípulos George Duby, Emmanuel
Le Roy Ladurie y François Furet, Le Goff recurrió a todas las
disciplinas para estudiar la vida cotidiana, las mentalidades y los
sueños de la Edad Media : antropología, etnología, arqueología,
psicología? Sus obras mezclan conocimiento y perspectivas. Con ellas es
posible introducirse en un medioevo fascinante, donde se estudiaba y se
enseñaba a Aristóteles, Averroes y Avicenas, las ciudades comenzaban a
forjarse una idea de la belleza y los burgueses financiaban catedrales
que inspirarían a Gropius, Gaudi y Niemeyer. En esa Edad Media
masculina, la mujer era respetada, las prostitutas, bien tratadas y
hasta desposadas, y solía suceder que las jovencitas aprendieran a leer y
a escribir.
-Los historiadores no consiguen ponerse de acuerdo sobre la cronología de la Edad Media. ¿Cuál es la correcta, a su juicio?
-Es verdad que no todos los historiadores coinciden
en esa cronología. Para mí, la primera de sus etapas comienza en el
siglo IV y termina en el VIII. Es el período de las invasiones, de la
instalación de los bárbaros en el antiguo imperio romano occidental y de
la expansión del cristianismo. Déjeme subrayar que Europa debe su
cultura a la Iglesia. Sobre todo, a San Jerónimo, cuya traducción latina
de la Biblia se impuso durante todo el medioevo, y a San Agustín, el
más grande de los profesores de la época.
-Usted, gran anticlerical, jamás deja de destacar el papel de la Iglesia en los mayores logros de la Edad Media.
-¡Pero no es necesario ser un ferviente creyente
para hablar bien de la Iglesia ! También soy un convencido partidario
del laicismo: principio admirable, establecido por el mismo Jesús cuando
dijo: "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Pero,
volviendo a la cronología, la segunda etapa está delimitada por el
período carolingio, del siglo VIII al X.
-El imperio de Carlomagno fue, para muchos, el primer intento verdadero de construcción europea?
-Falso. En realidad se trató del primer intento
abortado de construcción europea. Un intento pervertido por la visión
"nacionalista" de Carlomagno y su patriotismo franco. En vez de mirar al
futuro, Carlomagno miraba hacia atrás, hacia el imperio romano. La
Europa de Carlos V, de Napoleón y de Hitler fueron también proyectos
antieuropeos. Ninguno de ellos buscaba la unidad continental en la
diversidad. Todos perseguían un sueño imperial.
-Usted escribió que a
partir del año 1000 apareció una Europa soñada y potencial, en la cual
el mundo monástico tendría un papel social y cultural fundamental.
-Así es. Una nueva Europa llena de promesas, con la
entrada del mundo eslavo en la cristiandad y la recuperación de la
península hispánica, que estaba en manos de los musulmanes. Al
desarrollo económico, factor de progreso, se asoció una intensa energía
colectiva, religiosa y psicológica, así como un importante movimiento de
paz promovido por la Iglesia. El mundo feudal occidental se puso en
marcha entre los siglos XI y XII. Esa fue la Europa de la tierra, de la
agricultura y de los campesinos. La vida se organizaba entre la señoría,
el pueblo y la parroquia. Pero también entraron en escena las órdenes
religiosas militares, debido a las Cruzadas y a las peregrinaciones que
transformarían la imagen de la cristiandad. Entre los siglos XIII y XV,
fue el turno de una Europa suntuosa de las universidades y las
catedrales góticas.
-En todo caso, para usted, la Edad Media fue todo lo contrario del oscurantismo.
-Aquellos que hablan de oscurantismo no han
comprendido nada. Esa es una idea falsa, legado del Siglo de las Luces y
de los románticos. La era moderna nació en el medioevo. El combate por
la laicidad del siglo XIX contribuyó a legitimar la idea de que la Edad
Media , profundamente religiosa, era oscurantista. La verdad es que la
Edad Media fue una época de fe, apasionada por la búsqueda de la razón. A
ella le debemos el Estado, la nación, la ciudad, la universidad, los
derechos del individuo, la emancipación de la mujer, la conciencia, la
organización de la guerra, el molino, la máquina, la brújula, la hora,
el libro, el purgatorio, la confesión, el tenedor, las sábanas y hasta
la Revolución Francesa.
-Pero la Revolución
Francesa fue en 1789. ¿No se considera que la Edad Media terminó con la
llegada del Renacimiento, en el siglo XV?
-Para comprender verdaderamente el pasado, es
necesario tener en cuenta que los hechos son sólo la espuma de la
historia. Lo importante son los procesos subyacentes. Para mí, el
humanismo no esperó la llegada del Renacimiento: ya existía en la Edad
Media. Como existían también los principios que generaron la Revolución
Francesa. Y hasta la Revolución Industrial. La verdad es que nuestras
sociedades hiperdesarrolladas siguen estando profundamente influidas por
estructuras nacidas en el medioevo.
-¿Por ejemplo?
-Tomemos el ejemplo de la conciencia. En 1215, el
IV Concilio de Latran tomó decisiones que marcaron para siempre la
evolución de nuestras sociedades. Entre ellas, instituyó la confesión
obligatoria. Lo que después se llamó "examen de conciencia" contribuyó a
liberar la palabra, pero también la ficción. Hasta ese momento, los
parroquianos se reunían y confesaban públicamente que habían robado,
matado o engañado a su mujer. Ahora se trataba de contar su vida
espiritual, en secreto, a un sacerdote. Tanto para mí como para el
filósofo Michel Foucault, ese momento fue esencial para el desarrollo de
la introspección, que es una característica de la sociedad occidental.
No hace falta que le haga notar que bastaría con hacer girar un
confesionario para que se transformara en el diván de un psicoanalista.
-Usted habla de emancipación de la mujer en la Edad Media. ¿Pero aquella no fue una época de profunda misoginia?
-Eso dicen y, naturalmente, hay que poner las cosas
en perspectiva. Yo sostengo, sin embargo, que se trató de una época de
promoción de la mujer. Un ejemplo bastaría: el culto a la Virgen María.
¿Qué es lo que el cristianismo medieval inventó, entre otras cosas? La
Santísima Trinidad , que, como los Tres Mosqueteros, eran, en realidad,
cuatro: Dios, Jesús, el Espíritu Santo y María, madre de Dios.
Convengamos en que no se puede pedir mucho más a una religión que fue
capaz de dar estatus divino a una mujer. Pero también está el
matrimonio: en 1215, la Iglesia exigió el consentimiento de la mujer,
así como el del hombre, para unirlos en matrimonio. El hombre medieval
no era tan misógino como se pretende.
-La invención del
purgatorio, a mediados del siglo XII, parece haber sido también uno de
los momentos clave para el desarrollo de nuestras sociedades actuales.
-Así es. Curiosamente, lo que comenzó como un
intento suplementario de control por parte de la Iglesia , concluyó
permitiendo el desarrollo de la economía occidental tal como la
practicamos en nuestros días.
-¿Cómo es eso?
-La invención del purgatorio se produjo en el
momento de transición entre una Edad Media relativamente libre y un
medioevo extremadamente rígido. En el siglo XII comenzó a instalarse la
noción de cristiandad, que permitiría avanzar, pero también excluir y
perseguir: a los herejes, los judíos, los homosexuales, los leprosos,
los locos... Pero, como siempre sucedió en la Edad Media , cada vez que
se hacían sentir las rigideces de la época los hombres conseguían
inventar la forma de atenuarlas. Así, la invención de un espacio
intermedio entre el cielo y el infierno, entre la condena eterna y la
salvación, permitió a Occidente salir del maniqueísmo del bien y del mal
absolutos. Podríamos decir también que, inventando el purgatorio, los
hombres medievales se apoderaron del más allá, que hasta entonces estaba
exclusivamente en manos de Dios. Ahora era la Iglesia la que decía qué
categorías de pecadores podrían pagar sus culpas en ese espacio
intermedio y lograr la salvación. Una toma de poder que, por ejemplo,
permitiría a los usureros escapar al infierno y hacer avanzar la
economía. También serían salvados de este modo los fornicadores.
-Pero hasta la aparición
del sistema bancario reglamentado, en el siglo XVIII, tanto la Iglesia
como las monarquías sobrevivieron gracias a los usureros. ¿Por qué
condenarlos al infierno?
-Porque así lo establecían las escrituras, como en
la mayoría de las religiones. En el universo cristiano medieval, la
usura era un doble robo: contra el prójimo, a quien el usurero despojaba
de parte de su bien, pero, sobre todo, contra Dios, porque el interés
de un préstamo sólo es posible a través del tiempo. Y como el tiempo en
el medioevo sólo pertenecía a Dios, comprar tiempo era robarle a Dios.
Sin embargo, el usurero fue indispensable a partir del siglo XI, con el
renacimiento de la economía monetaria. La sed de dinero era tan grande
que hubo que recurrir a los prestamistas. Entonces la escolástica logró
hallarles justificaciones. Surgió así el concepto de mecenas. También se
aceptó que prestar dinero era un riesgo y que era normal que engendrara
un beneficio. En todo caso, y sólo para los prestamistas considerados
"de buena fe", el purgatorio resultó un buen negocio.
- La Edad Media también
inventó el concepto de guerra justa, vigente hasta nuestros días, como
lo demostraron los debates en la ONU sobre la guerra en Irak. Curioso,
ya que el cristianismo es portador de un ideal de paz. Hasta se podría
decir que es antimilitarista.
-Es verdad. Ordenándole a Pedro que enfundara su
espada, Cristo dijo: "Quien a hierro mate, a hierro morirá". Los
primeros grandes teóricos cristianos latinos eran pacifistas. Pero todo
cambió a partir del siglo IV, cuando el cristianismo se transformó en
religión de Estado.
-En otras palabras, los cristianos se vieron obligados a cristianizar la guerra.
-En esa tarea tendrá un papel fundamental San
Agustín, el gran pedagogo cristiano. Para él, la guerra es una
consecuencia del pecado original. Como éste existirá hasta el fin de los
tiempos, la guerra también existirá por siempre. San Agustín propuso,
entonces, imponer límites a esa guerra. En vez de erradicarla, decidió
confinarla, someterla a reglas. La primera de esas reglas es que sólo es
legítima la guerra declarada por una persona autorizada por Dios. En la
Edad Media , era el príncipe. Hoy es el Estado, el poder público. La
segunda regla es que una guerra es justa sólo cuando no persigue la
conquista. En otras palabras: las armas sólo se toman en defensa propia o
para reparar una injusticia. Esas reglas siguen perfectamente vigentes
en nuestros días.
-¿Se podría decir que el hombre medieval trataba de preservar la cristiandad de todo aquello que amenazaba su equilibrio?
-Constantemente. Déjeme evocar como ejemplo el que
para mí fue el aspecto más negativo de la época: la condena absoluta del
placer sexual, simbolizado por el llamado "pecado de la carne". La alta
Edad Media asumió las prohibiciones del Antiguo Testamento. Desde
entonces, el cuerpo fue diabolizado, a pesar de algunas excepciones,
como Santo Tomás de Aquino, para quien era lícito el placer en el acto
amoroso. Frente a la opresión moral, la sociedad medieval reaccionó con
la risa, la comedia y la ironía. El universo medieval fue un mundo de
música y de cantos, promovió el órgano e inventó la polifonía.
-Hace un momento hizo
referencia a los fornicadores que tuvieron un lugar en el purgatorio.
¿Cómo fue esto posible en una época de tanta represión sexual?
-Hay una anécdota que ilustra perfectamente la
dualidad medieval. El rey Luis IX de Francia, que después sería
canonizado como San Luis, tenía una vitalidad sexual desbordante. En los
períodos en que las relaciones carnales eran lícitas (fuera de las
fiestas religiosas), el monarca no se contentaba con reunirse con su
esposa por las noches. También lo hacía durante el día. Esto irritaba
mucho a su madre, Blanca de Castilla, que en cuanto se enteraba de que
su hijo estaba con la reina intentaba introducirse en la habitación para
poner fin a sus efusiones. Luis IX decidió entonces poner un guardián
ante su puerta, que debía prevenirlo y darle tiempo de disimular su
desenfreno. Ese hombre lleno de ardor tuvo once hijos y cuando partió a
la Cruzada , en 1248, llevó a su mujer, a fin de no privarse de sus
placeres sexuales. ¡No imaginará usted que la Iglesia podía enviar a San
Luis a arder en el fuego eterno del infierno!
-¿También podríamos decir que la Edad Media inventó el concepto de Occidente?
-La palabra "Occidente" no me gusta. Pronunciada
por los occidentales, tiene un contenido de soberbia para el resto del
planeta.
-Pero entonces, ¿cómo definir, por ejemplo, a América, heredera de Europa?
-América ha dejado de ser la heredera de Europa. Lo
fue hasta finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando tanto Estados
Unidos como el resto del continente dejaron de tener al hombre como
centro de sus preocupaciones.
-Usted es un apasionado estudioso de la imaginación colectiva de la Edad Media. ¿Por qué eso es tan importante?
-Felizmente, las nuevas generaciones de
historiadores siguen cada vez más esa tendencia. La imaginación
colectiva se construye y se nutre de leyendas, de mitos. Se la podría
definir como el sistema de sueños de una sociedad, de una civilización.
Un sistema capaz de transformar la realidad en apasionadas imágenes
mentales. Y esto es fundamental para comprender los procesos históricos.
La historia se hace con hombres de carne y hueso, con sus sueños, sus
creencias y sus necesidades cotidianas.
-¿Y cómo era esa imaginación medieval?
-Estaba constituida por un mundo sin fronteras
entre lo real y lo fantástico, entre lo natural y lo sobrenatural, entre
lo terrenal y lo celestial, entre la realidad y la fantasía. Si bien
los cimientos medievales de Europa subsistieron, sus héroes y leyendas
fueron olvidados durante el Siglo de las Luces. El romanticismo los
resucitó, cantando las leyendas doradas de la Edad Media. Hoy asistimos a
un segundo renacimiento gracias a dos inventos del siglo XX: el cine y
las historietas. El medioevo vuelve a estar de moda con "Harry Potter",
"La guerra de las galaxias" y los videojuegos. En realidad, la Edad
Media tiene una gran deuda con Hollywood. Y viceversa. Pensé alguna vez
que provocaría un escándalo afirmando que el medioevo se había
prolongado hasta la Revolución Industrial. La verdad es que ha llegado
hasta nuestros días.
-¿Se podría decir entonces que seguimos viviendo en la Edad Media?
-Sí. Pero esto quiere decir todo lo contrario de
que estamos en una época de hordas salvajes, ignorantes e incultas,
sumergidos en pleno oscurantismo. Estamos en la Edad Media porque de
ella heredamos la ciudad, las universidades, nuestros sistemas de
pensamiento, el amor por el conocimiento y la cortesía. Aunque,
pensándolo bien, esto último bien podría estar en vías de extinción.
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