PICICA: "Existió una época en Occidente en que uno
podía ser condenado a muerte por ser spinozista. Y no se trataba de un
malentendido ni una alegoría. Ya en 1717 Buddeus denomina a Bento de Spinoza
como el atheorum nostra aetate princeps
(“el gran jefe de los ateos de nuestros tiempos”)."
Marx y el ‘Aenigma’ Spinoza
Baruch Spinoza ✆ Pelin Kirca |
Nicolás González Varela | Existió una época en Occidente en que uno
podía ser condenado a muerte por ser spinozista. Y no se trataba de un
malentendido ni una alegoría. Ya en 1717 Buddeus denomina a Bento de Spinoza
como el atheorum nostra aetate princeps
(“el gran jefe de los ateos de nuestros tiempos”). Alrededor de 1744 un
profesor de Pisa, llamado Tommaso Vincenzo Moniglia, resumía en un libro en el
que atacaba los llamados “filósofos fatalistas”, que la erosión del altar, el
trono y los privilegios se debía a una corriente diabólica llamada Spinosismo. Otro escritor, Daniele
Concina, llamaba a las ideas derivadas de Spinoza de questa mostruosa divinita spinosiana. Bayle en su difundido Dictionnaire historique et critique,
escrito entre 1647 y 1706, afirmaba que Spinoza era el primer ateo sistemático:
“Il a été un athée de système, et d’une méthode toute nouvelle, quoique le fond
de sa doctrine lui fût commun avec plusieurs autres philosophes anciens et
modernes, européens et orientaux”; incluso llamaba a uno de sus libros más
políticos, precisamente el Tractatus
theologicus-politicus de “livre pernicieux et détestable”. Y no era
exageración: el Tractatus será
colocado en el Index Librorum
Prohibitorum et Expurgatorum de la Inquisición como “libro prohibido” el 3
de febrero de 1679. Incluso en el tardío año de 1816, realizando una revisión
del estado de Europa, un contrailustrado llamado Antonio Valsecchi razonaba que
las causas intelectuales de la Gran Revolución francesa no se encontraban en
Rousseau o Voltaire sino en las obras de “Tommaso Hobbes d’Ingilterra, e
Benedetto Spinosa di Olanda.” No hay duda que Spinoza fue el bogeyman de la Ilustración radical
europea, y pocos historiadores de la filosofía o comentadores enfatizan este
hecho: su nombre era sinónimo de sedición y cuestionamiento a los poderes
espirituales y terrenales. Su figura se unía a otros dos teóricos que destruían
toda moral, toda religión, toda tradición: Maquiavelo, los libertinos y Hobbes.
Entre 1650 y 1750 Spinoza, el escritor de la hideous hypotesis (Hume), era el autor más subversivo y no tenía
parangón en cuanto a su trascendencia revolucionaria materialista, atea,
libertina y democrática. Sus enseñanzas desembocarían en los libertines
érudites, en La
Mettrie y Diderot e influenciarían a Hegel y a sus epígonos de izquierda: los
jóvenes hegelianos, entre ellos a Moritz Hess y a una joven promesa filosófica:
un renano llamado Karl Heinrich Marx.
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Es
tentador comparar dos pensadores radicales, democráticos y materialistas
como Spinoza y Marx. Un estudio de la recepción de Spinoza en Marx
puede ser una tarea no meramente arqueológica sino actual y esencial
para entender la filosofía política de Marx, los alcances éticos y
políticos de su proyecto. En este intento corremos varios peligros: en
primer lugar sobredeterminar la formación del Marx filósofo
exclusivamente por su contacto absoluto e irreversible con Hegel y el
hegelianismo, como lo ha hecho la tradición de esa ciencia formidable
llamada Marxología y muchos biógrafos;[1] otro
peligro es al revés: desde Spinoza tratar de completar el aparente
torso incompleto de la obra teórica de Marx, forzando a Spinoza hasta el
límite de la interpretación y de una situación hermeneútica;[2] en
tercer lugar olvidar que si Hegel fue la encrucijada en el desarrollo y
maduración del pensamiento de Marx, ya el mismo Hegel produjo una
suerte de spinozismo hegeliano, al integrarlo, no sólo dentro de su
historia de la filosofía, sino que la filosofía hegeliana ya contiene
elementos esenciales de Spinoza.[3] La
paradoja puede formularse así: Marx, un joven hegeliano, un hegeliano
de izquierda, se apropiará de la filosofía de Spinoza de una manera
anti-hegeliana. La lectura de Spinoza es, al mismo tiempo,
reconocimiento de Hegel y su parricidio. Pero antes debemos
preguntarnos: ¿En qué condiciones político-filosóficas recibió el joven
Marx al santo y repudiado Spinoza? El “Moro” de Trier lee críticamente
al “Marrano de la Razón” de Amstel. Tal la compleja ecuación, tal el
enigma. Entre los mismos especialistas spinozianos la cuestión del
montaje del Hefte de 1841 queda pendiente y entre los marxólogos
hay hipótesis incompletas, o peor: malentendidos y silencios. Si existe
continuidad en la línea Spinoza-Marx, ella existe exclusivamente como
negación de la negación, dentro de la amplia Kritik a Hegel. ¿Si
se quiere encontrar un antepasado filosófico a Marx, en este punto, más
que a Hegel, es necesario dirigirse a Spinoza? Lo podemos hacer, como
ejercicio anómalo de historia de la Filosofía, pero precisamente para
comprobar que estos dudosos criterios determinantes hacen desaparecer al
Marx real, ciegan su evolución concreta. Una “marcha atrás”, un
nostalgia hermenéutica para arrancar un sólido punto de partida
marxiano, punto que debe buscarse en el propio pensamiento de Marx, en
realidad descubre un falso refugio que esconde la impotencia de hacer
frente al rico material que nos invita a ser dominado, sintetizado y
unificado en profundidad. No hay que buscar la salvación en las
torsiones textuales, los fórceps terminológicos, acoplamientos
caprichosos, que solo exhiben una huida y más pobreza. Entre Baruch, el
“hebreo virtuoso”, y Marx pueden encontrarse semejanzas, analogías,
líneas generales que cruzan ambos pensamientos. Un ejemplo se encuentra
en la Ética, su libro más respetable desde el punto de vista
académico: allí Spinoza define al dinero como “compendio de todas las
cosas” (IV, capítulo XXVIII), en el cual se desarrolla la servidumbre
humana: “Pero el dinero ha llegado a ser un compendio de todas las
cosas, de donde resulta que su imagen suele ocupar el alma del vulgo con
la mayor intensidad”, expresión que tomada a la ligera, literalmente y
sin más recuerda la definición del dinero del Marx maduro en Das Kapital como
“equivalente general” en el proceso de intercambio de mercancías. Pero
es evidente para cualquier lector de Spinoza que en su filosofía
práctica, inclusive en su libro más ambicioso, la Ética, existe
un enorme déficit, un vacío teórico tanto en el análisis de las
relaciones sociales como en el de la estructura económica para que
podamos hablar de algún tipo de encuentro o incluso de influencia
predecesora. Marx ciertamente ha leído a Spinoza y podemos, sin olvidar al propio Marx, servirnos de Spinoza para leer desde otra perspectiva a Marx y volver a investigar a Spinoza después de Marx. Los
estudios de los años 1970’s en especial en Francia e Italia se ha
impuesto, sobre la idea demasiado simplista de un Spinoza “materialista y
ateo” (habría que explicar primero qué tipo de ateísmo y qué tipo de
materialismo) un esquema intrepretativo, un clima exegético, que puede
definirse como idealista y panteísta: la tradición althusseriana en
Francia y las importantes contribuciones de Emilia Giancotti en lengua
italiana, que ha influenciado a Negri, pueden sintetizarse en la idea
que podemos utilizar a Spinoza para leer mejor a Marx. Althusser
decía con razón que a Spinoza, “hay que leerlo, y saber que existe: que
existe aún hoy. Para reconocerlo, hay que conocerlo al menos un poco…”,
pero al mismo tiempo que reconocía su grandeza, Althusser buscaba en
Spinoza una alternativa genealógica tanto al Dia Mat como al
Existencialismo de corte filomarxista, es decir: Spinoza como una suerte
de Odiseo, luchando entre Escila y Caribdis, y que permitiría ir más
allá de Marx, o al menos, completar el parricidio filosófico de Marx con
respecto a Hegel. Spinoza prima Marx. Althusser, un reo confeso del Spinozisme desde mucho antes de conocer a Marx, ve en Spinoza un fulcro, el definitivo, para leer de manera correcta (no-hegeliana) Das Kapital,
llegando a considerar a la filosofía spinoziana como “la mayor
revolución filosófica de todos los tiempos.” Leer a Spinoza, significa
en clave althusseriana, apropiarse de la “única tradición materialista”
en Occidente. Rápidamente Althusser considera que en primer lugar en
Spinoza se encuentra una teoría del conocimiento que va de lo abstracto a
lo concreto (tal como Marx lo practica en los Grundrisse); en segundo lugar Spinoza es la anticipación de su propia teoría de la “causalidad estructural”: la causalidad de Deu sive natura inmanente
en el Mundo, sería la más clara formulación de su famosos principio del
“Proceso sin sujeto” y de la necesidad de articulación de lo real
(relación spinoziana entre series y connexio); finalmente
Althusser considera a Spinoza el primer teórico de la Ideología (por su
elaboración de la necesidad de la ilusión en la relación entre
estado&pueblo), que definirá incluso los modos de producción
ideológicos (realidad imaginaria, inversión interna, ilusión del
sujeto). A partir de aquí, Spinoza aparece como la auténtica Némesis de
Hegel, antagonista materialista y filósofo antidialéctico par excellence, teórico avant la lettre del
proceso sin sujeto, o sea, del propio estructuralismo marxista de
Althusser. Salir de la trampa del Estructuralismo burgués y del Dia Mat stalinista usando a Spinoza, tal la empresa althusseriana, significa renunciar in toto a
la Dialéctica y expurgar de Marx todo residuo hegeliano. En el mismo
sentido van las intrepretaciones, con variaciones menores, de la escuela
althusseriana (Macherey, Negri, Balibar, etc.), que ven a Spinoza como
el filósofo de la inmanencia absoluta, una posibilidad de renovar los
fundamentos del Iusnaturalismo (el derecho natural), en radical
oposición y enfrentamiento con la genealogía trascendente que comenzaría
en Hobbes. Spinoza es la real y solitaria alternativa a Hegel, Spinoza
es el camino nunca recorrido de la filosofía occidental. Spinoza no es
un “momento” a superar, nada de aufgehoben como lo explicaba
Hegel en su Historia de la Filosofía, sino que su pensamiento es un
camino bloqueado, jamás recorrido en Occidente. De una parte habría una
tradición “perversa” de la Modernidad burguesa (Hobbes-Rousseau-Hegel); y
una de crítica al pensamiento de la trascendencia alternativo
(Maquiavelo-Spinoza-Marx deshegelianizado). La oposición spinoziana potentia versus podestas nos
permite, como dice Emilia Giancotti, proceder a una lectura puramente
conflictual (ya no dialéctica, ya no en clave hegeliana) de la
contradicción entre Arbeitskraft (fuerza de trabajo) y las
relaciones de producción (Verhältnisseproduktion). Spinoza habrá
empezado a desarrollar una Ontología de la relación (parafraseando a
Balibar), una teoría general de la comunicación, de la cual podrían
derivarse diversas formas de vida racional, imaginativa y política.
Aunque la tradición interpretativa inaugurada por Althusser ha tenido
mucho de positivo sobre el árido terreno, banal terreno diría, del
Postmodernismo francés e italiano, pero son evidentes sus esquematismos,
su falta de precisión filosófica, en algunos casos su forzadas
categorías y sus presupuestos ideológicos. Althusser
había refundido a Spinoza hasta convertirlo en el predecesor
“materialista&inmanentista” de Marx y de él mismo. Spinoza (y
Descartes su maestro) generalmente etiquetados, con rapidez e
imprecisión, como “materialistas”, aunque habría que llamarlos, con más
acierto, como “naturalistas”, uno dualista; el otro, Spinoza, que
intentó construir un sistema inmanentista (el gran centro de atracción
para la tradición althusseriana). Spinoza no dejó se ser un cartesiano
crítico, con todo lo que implica. La supervivencia, inesperada y
fantasmagórica, de la oposición metafísica entre la extensión y el
pensamiento, hacen muy problemático que pueda ser calificado como
“materialista”, ya que sigue existiendo la oposición entre Ser
(pensamiento) y no-Ser (cuerpo), cuestión que en un auténtico
Materialismo carece de sentido. No hay dudas que Spinoza intentó renovar
al Naturalismo de un forma novedosa con aportes de antiguos filósofos
materialista antiguos (Epicuro, Demócrito, por ejemplo), que después, en
feliz coincidencia, también atraerían el interés del joven Marx. En
Althusser, su idea materialista (no dialéctica) se basa en la
imposiblidad de salir de la relación y conexión infraestructura
económica y superestructura (jurídica, política, etc.), si mantenemos
esta feliz tópica, es imposible caer en el “delirio idealista”. El
materialismo spinozista, como ya dijimos, tiene esa carencia
fundamental, ya que se encuentra ausente todo análisis social o
económico, sin hablar de su credo minimum, Spinoza seguía siendo
un “ebrio de Dios” como le llamaba Novalis, o pensemos por un momento
que la acusación que más la dolía a Spinoza era precismente que se le
calificara de ateo. Su idea puede ser antiidealista, pero es muy
problemático calificarla de materialista. No es casualidad que Althusser
reflexionara señalando que seguramente un marxista no puede llevar a
cabo el rodeo antihegeliano por Spinoza sin arrepentirse, “pues la
aventura es peligrosa y hágase lo que se haga siempre le faltará a
Spinoza lo que Hegel dio a Marx: la Contradicción.” ¿Se puede pensar el
Materialismo de Marx sin el método dialéctico? No lo puedo imaginar. El
intento, una fuga teórica del Estructuralismo, de “buscar argumentos
para el Materialismo” que propugnaba Althusser puede llegar al límite en
el que la interpretatio desfigure no solo a Spinoza sino al
propio Marx. La exégesis de Negri se encuentra firmemente asentada en la
tradición althusseriana, de la que ya hablamos, pero abreva en la
profundidad filológica de Giancotti, gran estudiosa italiana de Spinoza.
Su libro L'anomalia salvaggia… fue inmediatamente traducido al
francés y editado con ¡tres prólogos!, uno del althusseriano Macherey,
otro del filósofo posmoderno Deleuze y finalmente del estudioso
spinozista Matheron. Aunque Negri, otra paradoja, no se centra en el Tractatus theologico-politicus, sino en el inconcluso Tractatus politicus,
que Marx jamás comenta. La clave de su lectura es la idea que en
Spinoza se encuentran en realidad dos Spinozas: uno inicial, inferior,
panteísta, ascético-calvinista (incluso neoplatónico y utópico, hasta
¡en exceso dialéctico!) y un Spinoza más complejo y avanzado, de un
naturalismo materialista, anti-teleológico, que es precursor ad litteram del
propio Marx, y que no habría podido cristalizarse debido a las
insuficiencias en el desarrollo de las fuerzas productivas. El segundo
Spinoza sería absolutamente indispensable para recupera a Marx de su
empantanamiento en la hipoteca hegeliana… Esta “ruptura epistemológica”
estaría en la interrupción de su Etica, durante el cual escribió el Tractatus… y obra a la cual volvió de alguna manera “más materialista”, y contradiciendo in mente al anterior Spinoza. Por supuesto Negri es incapaz de demostrar este côupure althusseriano
con seriedad filológica, como muchos críticos han señalado “dramatiza”
una tensión que no existe, lo mismo que le sucedió a su maestro con el
joven Marx. Por cierto, nada más pseudohegeliano que estas ideas de
“ruptura” y en-sí-y-para-sí! Negri piensa a Spinoza ¡tal como lo había
interpretado el mismo Hegel! Muchos analistas, no sin razón, han
definido al último Negri como un híbrido ideológico entre un
“jovenhegelianismo” y el Posmodernismo. En cuanto al eje político
materialista que Negri encuentra en la oposición de Spinoza entre potentia versus potestas,
el acento termina, injustificademante, en hacer reacaer a Spinoza en
posiciones cuasianarquistas, del lado exclusivamente de la potentia.
Recordemos que la idea de Spinoza de la democracia, al igual que sus
propuestas de formas de gobierno monárquicas, se inclina hacia la
Aristocracia. De hecho él limita el alcance de la Democracia de tal
manera (excluyendo en el póstumo Tractatus politicus a
trabajadores manuales y mujeres en general, además de tolaerar la
institución d ela Esclavitud) que es sólo por un tecnicismo que no es
una Aristocracia. Para Spinoza, que es mucho más complejo que lo que
piensan sus comentadores posmodernos, la Democracia se diferencia de la
Aristocracia (el reconoce tres formas básicas de gobierno) sólo en el
método de selección de su elite gobernante, no en el tipo de política
llevadas a cabo en ella. En este sentdo Spinoza es un realista. Lo que
es muy importante como aporte negativo para la futura crítica
materialista a la Democracia burguesa (la forma republicana) que hará
Marx.
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