Arte y anarquía (1989) es un documental producido por la Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, con guión de Emilio García Wiedemann, que pretende ser un relato sobre las consecutivas vanguardias artísticas (postimpresionismo, expresionismo, futurismo, dadaísmo, surrealismo...) en relación con los movimientos anarquistas y en debate consigo mismos sobre el rol del artista en la transformación de una sociedad coactiva y deleznable. Imágenes de las obras de decenas de artistas y citas esenciales de manifiestos y ensayos dan forma a esta obra. 35 minutos / España / Castellano
Idea Original: Fabio Santini, Marina Libertarios
Selección Musical: Francisco Carrasco Ramos
Guión: Emilio García Wiedemann
Locución: Pilar Jiménez, Diego Oliva, Emilio García Wiedemann
Anarquismo y Arte: Introducción a la Visión Estética Libertaria(SMV (1999). Text extret de El Libertario)
Las bases de la perspectiva anarquista – tanto en términos generales, como en lo específicamente referido a lo artístico – no derivan de un modelo teórico que, una vez establecido por algún “maestro pensador”, quedaron determinados para siempre. Se trata aquí de un cuerpo conceptual dinámico, cuyos creadores y seguidores han rehusado convertir en canon de obligatoria obediencia, pues siendo su esencia la libertad y el cambio mal podría avenirse con ello. Por tal motivo, no es sencillo – y hasta resultaría inaceptable para algunos – pretender enumerar los principios estéticos libertarios, más aún cuando ello significa suponer coincidencias plenas entre posturas ideológicas que han puntualizado sus diferencias tanto en la explicación y valoración del hecho artístico como en otros aspectos (por ejemplo, el Anarcosindicalismo, el Anarquismo Individualista, el Anarquismo Cristiano y el Municipalismo Libertario). No obstante, es posible intentar una presentación que subraye los elementos que unifican a las diversas teorías estéticas libertarias, ámbito donde quizás lo más difícil sea conciliar lo que sostiene el Anarquismo Individualista con lo que afirman las tendencias en pro de lo que cabe llamar el Anarquismo Social. En todo caso, trataré también de exponer los principales puntos de divergencia entre ambas vertientes.
La estética anarquista parte de considerar al arte como expresión indispensable en la vida de los pueblos y los individuos, en tanto se trata de una praxis que fusiona la imaginación con el trabajo – la actividad humana y humanizadora por excelencia -. El arte ha sido y puede ser “trabajo liberado y liberador”, pues en él se evidencia lo mejor de la persona y de los colectivos. Por supuesto, en el Anarcoindividualismo – cuyos representantes en el plano estético han sido principalmente intelectuales de lengua inglesa como William Godwin, Oscar Wilde y Herbert Read – ese carácter liberador del quehacer artístico se asocia en primera instancia con las posibilidades que ofrece para potenciar la individualidad, el ego, frente al adocenamiento castrador que desde el poder se impone a las masas; el artista labora orientándose a su rebelión y liberación personal, aún cuando ello lo convierta, como dice el título del drama de Ibsen que tan bien pinta aspectos claves del credo anarcoindividualista, en “Un Enemigo del Pueblo”. Por su parte, el anarquismo de matiz más social, desde Proudhon y Kropotkin en el siglo XIX hasta Rudolf Rocker y los artistas agitadores del siglo XX, insiste en ligar las posibilidades libertarias del arte a su papel de experiencia esencial para el imaginario y el accionar colectivo. En este sentido, Kropotkin y los pre-rafaelitas ingleses veían en las catedrales medievales una prefiguración de lo que podría alcanzar la creación colectiva liberada; mientras que, en similar tónica, entre los artistas que se ligaron a la actividad de movimientos anarcosindicalistas tan importantes a principios del S. XX como el español, el norteamericano, el búlgaro o el argentino, hubo algunos que jugaron un rol significativo – aún poco estudiado – en el rescate y renacimiento de tradiciones artísticas populares que la modernidad inicialmente rechazó o ignoró.
Punto de coincidencia entre los diversos matices estéticos del pensamiento ácrata es reivindicar el “arte en situación”, el acto creador por encima de la obra en si. Cuando se está en el hacer del arte, se vive en un ámbito de libertad intransferible al producto de esa actividad cuando ella ha concluido; por más satisfactoria que fuese la obra anterior en forma y/o contenido, siempre la de ahora es más importante porque en su creación está presente la supresión de todo lo que separa a arte y vida. El desarrollo de estas ideas lo encontramos ya a mediados del S. XIX en el joven Richard Wagner, amigo y compañero de barricada de Bakunin, y en Proudhon, cuyas propuestas para el impulso de formas artísticas susceptibles de continua re-creación tienen un toque de actualidad, cuando Hakim Bey (seudónimo del norteamericano Peter L. Wilson) dice que el elemento estético en acción del acto de la creación artística es esencial para constituir las “Zonas Temporalmente Autónomas”, única tarea revolucionaria ahora posible.
No es casualidad la crítica que tantos anarquistas han hecho del culto de la “genialidad artística”, que en el mundo moderno se sustenta en el individualismo posesivo burgués, que transforma al arte, su práctica y sus productos en mercancías tasables y transables. En ese culto se expresa dogmatización del gusto, limitación para el desarrollo de nuevas formas de arte y la anulación de posibilidades de creación para la colectividad y el individuo. Pero el poder del Capital no es sino uno de los posibles agentes de opresión y mediatización para el arte; con igual o mayor fuerza pueden subordinarlo a sus intereses otros factores de dominación, en particular el Estado, tópico respecto al cual Kropotkin y Rocker han escrito páginas brillantes, desarrollando la tesis de una relación inversa entre desarrollo artístico pleno y la vigencia de poderes estatales autoritarios en una sociedad.
Para concluir, vale referir las diferencias del enfoque anarquista con la estética marxista ortodoxa, que pueden condensarse en tres aspectos cardinales: 1) La visión del compromiso social del arte y el artista; donde aunque ambas filosofías exigen vincularse a la lucha por la libertad y la igualdad, el Anarquismo enfatiza que éste es también el combate por un arte libre de constricciones internas y externas a él que lo empobrecen y someten, mientras que el Marxismo llama al artista a la lucha más como obligación social. 2) Relaciones entre forma y contenido en el arte; pues para los anarquistas no tiene sentido establecer cánones preceptivos en forma o contenido (como el “realismo socialista”, que la ortodoxia marxista-leninista ha considerado por tanto tiempo como la verdad revelada); la estética libertaria llama a la experimentación (“culto a lo ignoto”, diría André Reszler), sin despreciar jamás lo que hay de vital en la tradición (“culto a lo conocido”). Apuntemos que en este punto no ha dejado de haber entrecruzamientos de una a otra perspectiva, pues hay anarquistas que se han sentido tentados a bosquejar pautas inmanentes al arte revolucionario, mientras que no han faltado marxistas heterodoxos que, citando a Trotsky, han planteado que se debe ser “marxista en política y anarquista en el arte”. 3) Interpretación del fenómeno artístico; ya que aceptando como los marxistas que el arte tiene obvias raíces histórico-sociales, la estética anarquista reivindica la autonomía del proceso creador, pues explicar la actividad artística por un determinismo estrecho – patente inclusive en el propio Marx y en seguidores tan rigurosos como Luckács o los teóricos del marxismo estructuralista – impide potenciar su función innovadora y subversiva, la cual reiteramos que para el Anarquismo está no sólo en el contenido y su significación social, sino también en la forma y en el acto libre de la creación.
HITOS HISTÓRICOS EN LA RELACIÓN ANARQUISMO – ARTE
- Richard Wagner, Gustave Courbet y el arte revolucionario a mediados del S. XIX
- Los pre-rafaelitas ingleses (William Morris y John Ruskin)
- Simbolismo literario y corrientes plásticas Post-Impresionistas en la “Belle Époque” (Mallarmé, Leconte de Lisle, Pissarro, Seurat, Expresionismo alemán, Futurismo italiano)
- Arte y movimiento anarcosindicalista:
- el grupo “Arte Social” en Francia
- los “wobblies” (militantes del sindicato IWW) en EE.UU.
- los Ateneos Libertarios en la península ibérica
- los payadores libertarios en el Cono Sur.
- Dadá (Zurich, 1916: H. Ball, T. Tzara, J. Arp, F. Picabia, K. Schwitters, etc. )
- El Surrealismo post-II Guerra Mundial (A. Breton, B. Peret, J. Dubuffet, L. Buñuel, etc.)
- John Cage, A. Rauschenberg, Merce Cunningham y los “happenings” (EE. UU.; años 1940-50)
- Teatro: Darío Fo, “Living Theatre” (Julian Beck y Judith Malina) y “Bread & Puppet” (Peter Schumann); desde los años 50 hasta hoy
- Contracultura radical contemporánea: de la década de 1960 al rock y el comix anarquista, la escena punk y la “T.A.Z.” – Zona Temporalmente Autónoma – de Hakim Bey
- Estética anarquista y arte latinoamericano [rescate y reseña del tema en la obra histórica de Á. Cappelletti]
EXPOSITORES DESTACADOS DE LA TEORÍA ESTÉTICA ANARQUISTA
- Pierre J. Proudhon: Del principio del arte y su destino social
- Richard Wagner: El Arte y la Revolución, y La obra de arte del porvenir
- León Tolstoi: Escritos sobre Arte
- Oscar Wilde: El alma del hombre bajo el Socialismo
- Emma Goldman y la revista MOTHER EARTH en Nueva York (EE.UU.; década de 1910)
- REVISTA BLANCA (Barcelona-España) y diario LA PROTESTA (Buenos Aires-Argentina); década de 1920.
- Rudolf Rocker: Nacionalismo y Cultura
- La obra del crítico inglés Herbert Read (1893-1968)
- André Reszler: La Estética Anarquista
- En la actualidad: revista A en Italia, ARCHIPIÉLAGO en España, FREEDOM en Inglaterra, OUR GENERATION en Canadá, UTOPÍA en Portugal, COMUNIDAD en Uruguay
Fuentes externas:
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Fonte: Rebelde Mule
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