A esta hora exactamente,
Hay un niño en la calle.
¡Hay un niño en la calle!
Es honra de los hombres proteger lo que crece,
Cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
Evitar que naufrague su corazón de barco,
Su increíble aventura de pan y chocolate
Poniéndole una estrella en el sitio del hambre.
De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo
Ensayar en la tierra la alegría y el canto,
Porque de nada vale si hay un niño en la calle.
Todo lo toxico de mi país a mi me entra por la nariz
Lavo autos, limpio zapatos, huelo pega y también huelo paco
Robo billeteras pero soy buena gente soy una sonrisa sin dientes
Lluvia sin techo, uña con tierra, soy lo que sobro de la guerra
Un estomago vacío, soy un golpe en la rodilla que se cura con el frío
El mejor guía turístico del arrabal por tres pesos te paseo por la capital
No necesito visa pa volar por el redondel porque yo juego con aviones de papel
Arroz con piedra, fango con vino, y lo que me falta me lo imagino.
No debe andar el mundo con el amor descalzo
Enarbolando un diario como un ala en la mano
Trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
Golpeándonos el pecho con un ala cansada.
No debe andar la vida, recién nacida, a precio,
La niñez arriesgada a una estrecha ganancia
Porque entonces las manos son inútiles fardos
Y el corazón, apenas, una mala palabra.
Cuando cae la noche duermo despierto, un ojo cerrado y el otro abierto
Por si los tigres me escupen un balazo mi vida es como un circo
pero sin payaso
Voy caminando por la zanja haciendo malabares con 5 naranjas
Pidiendo plata a todos los que pueda en una bicicleta en una sola rueda
Soy oxigeno para este continente, soy lo que descuido el presidente
No te asustes si tengo mal aliento, si me ves sin camisa con las tetillas al viento
Yo soy un elemento mas del paisaje los residuos de la calle son mi camuflaje
Como algo que existe que parece de mentira, algo sin vida pero que respira
Pobre del que ha olvidado que hay un niño en la calle,
Que hay millones de niños que viven en la calle
Y multitud de niños que crecen en la calle.
Yo los veo apretando su corazón pequeño,
Mirándonos a todas con fábula en los ojos.
Un relámpago trunco les cruza la mirada,
Porque nadie protege esa vida que crece
Y el amor se ha perdido, como un niño en la calle.
Oye a esta hora exactamente hay un niño en la calle
Hay un niño en la calle.
Un Niño En La Calle ..Mercedes Sosa-calle 13
Hay un niño en la calle.
¡Hay un niño en la calle!
Es honra de los hombres proteger lo que crece,
Cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
Evitar que naufrague su corazón de barco,
Su increíble aventura de pan y chocolate
Poniéndole una estrella en el sitio del hambre.
De otro modo es inútil, de otro modo es absurdo
Ensayar en la tierra la alegría y el canto,
Porque de nada vale si hay un niño en la calle.
Todo lo toxico de mi país a mi me entra por la nariz
Lavo autos, limpio zapatos, huelo pega y también huelo paco
Robo billeteras pero soy buena gente soy una sonrisa sin dientes
Lluvia sin techo, uña con tierra, soy lo que sobro de la guerra
Un estomago vacío, soy un golpe en la rodilla que se cura con el frío
El mejor guía turístico del arrabal por tres pesos te paseo por la capital
No necesito visa pa volar por el redondel porque yo juego con aviones de papel
Arroz con piedra, fango con vino, y lo que me falta me lo imagino.
No debe andar el mundo con el amor descalzo
Enarbolando un diario como un ala en la mano
Trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
Golpeándonos el pecho con un ala cansada.
No debe andar la vida, recién nacida, a precio,
La niñez arriesgada a una estrecha ganancia
Porque entonces las manos son inútiles fardos
Y el corazón, apenas, una mala palabra.
Cuando cae la noche duermo despierto, un ojo cerrado y el otro abierto
Por si los tigres me escupen un balazo mi vida es como un circo
pero sin payaso
Voy caminando por la zanja haciendo malabares con 5 naranjas
Pidiendo plata a todos los que pueda en una bicicleta en una sola rueda
Soy oxigeno para este continente, soy lo que descuido el presidente
No te asustes si tengo mal aliento, si me ves sin camisa con las tetillas al viento
Yo soy un elemento mas del paisaje los residuos de la calle son mi camuflaje
Como algo que existe que parece de mentira, algo sin vida pero que respira
Pobre del que ha olvidado que hay un niño en la calle,
Que hay millones de niños que viven en la calle
Y multitud de niños que crecen en la calle.
Yo los veo apretando su corazón pequeño,
Mirándonos a todas con fábula en los ojos.
Un relámpago trunco les cruza la mirada,
Porque nadie protege esa vida que crece
Y el amor se ha perdido, como un niño en la calle.
Oye a esta hora exactamente hay un niño en la calle
Hay un niño en la calle.
Un Niño En La Calle ..Mercedes Sosa-calle 13
2009 |
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Criminalização da pobreza. O termo é autoexplicativo, e bem familiar ao brasileiro de baixa renda, que traz inscrita na cor da pele e nas características raciais a marca de classe e, com ela, os desafios de viver num país que insiste em negar uma segregação que é óbvia até ao observador mais desatento. Os lugares sociais a essa categoria reservados são deduzidos a partir desses indicadores étnicos. Quanto mais distante fisicamente do padrão branco europeu, mais baixa a posição na pirâmide social. No país que ocupa o quarto lugar em concentração de renda no mundo, ser negro é sinônimo de ser pobre. Entretanto, avançando nesse raciocínio perverso, parcela da população começa a considerar legítima a correlação de pobreza com criminalidade, comprando a ideia de que nossos pobres e miseráveis são de fato bandidos perigosos. As consequências desse raciocínio, sobre as quais pretendo aqui tecer algumas considerações, além de perversas, são contraproducentes, na medida em que impedem o diagnóstico do problema em sua real dimensão, ao mesmo tempo em que estimulam a manutenção do inegável quadro de segregação existente no país.
Traduzir os dados da desigualdade social no Brasil é desvendar um abismo social que se fundamenta em preconceitos raciais e de gênero, e até mesmo geográficos, que nos recusamos a admitir, mas que as estatísticas não podem senão revelar. Se, por exemplo, tomamos como referência parcela da população branca do sudeste, estamos no patamar de países europeus. Em contrapartida, se tomamos como recorte a população negra moradora de periferias do nordeste do país, o quadro muda completamente: nesse caso, ficamos abaixo até mesmo de alguns países africanos. Na base da pirâmide da desigualdade social brasileira, a mulher negra, nordestina, moradora de periferia. Daí a inferir que esse imenso contingente de miseráveis representa um perigo para o restante da população é um passo perigoso que muitos começam a dar.
Os reflexos mais evidentes desse abismo social que segrega a população negra e pobre a uma distância segura do resto da sociedade são a criminalização da pobreza com seus desdobramentos em forma de arbitrariedade policial e injustiça jurídica, e a ideia generalizada entre a população de que nossas favelas são redutos de violência e criminalidade. Não é preciso uma grande investigação sociológica para deduzir que isso está longe de ser verdade. A correlação entre pobreza e criminalidade é ainda mais desonesta se considerarmos que basta uma rápida olhada nos jornais do dia para concluir que os crimes mais graves são cometidos em assépticos gabinetes ocupados por criminosos de colarinho branco. Dados recentes indicam que menos de 1% dos jovens favelados se envolvem no crime. Ainda que, nesses lugares em que miséria e violência são endêmicas, 99% dos jovens digam não ao caminho (aparentemente) mais fácil, os programas jornalísticos e a mídia em geral vendem a ideia de que esse número é bem maior. Quem já não se surpreendeu protegendo a bolsa ao avistar um desses jovens nas ruas de nossas grandes cidades? De onde vem o medo que se apodera de nós quando cruzamos com um desses meninos maltrapilhos que vivem nas ruas do centro de São Paulo? E quem lamenta a morte dos que foram assassinados na Candelária, no Rio de Janeiro, em 1993?
Aqui, a figura do homo sacer romano se funde à desses enjeitados. Assim como aquela sociedade descartava esses sub-homens, negando-lhes a humanidade conferida aos cidadãos, aqui também poucos lamentam o extermínio de enormes contingentes de jovens negros assassinados. Seres de exceção e miseravelmente vulneráveis, esses homo sacer brasileiros denunciam na sua experiência de homens descartáveis uma subexistência que são condenados a encarnar.
Matéria original:Criminalização da pobreza e a figura do homo sacer
Fonte: Geledés Instituto da Mulher Negra
Nota do blog: Dica de leitura de Fernanda Penkala.
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