PICICA: "(...)combatir la extendida idea de que propiedad privada de los medios de producción de información y entretenimiento es la mejor garantía de pluralidad, libertad de expresión y derecho a la información veraz."
11-01-2011 |
Reseña de “Traficantes de información”, el último libro de Pascual Serrano
Lucha de clases en los medios de comunicación
Pascual Serrano ha hecho, como suele ser habitual en él, un trabajo de investigación impresionante. Ha rastreado, en la medida de lo humanamente posible, los complejos entramados empresariales que detentan la propiedad de los medios de comunicación, hasta llegar al meollo de los verdaderos dueños... y sus interesantes trapos sucios. La idea es, poco más o menos, combatir la extendida idea de que propiedad privada de los medios de producción de información y entretenimiento es la mejor garantía de pluralidad, libertad de expresión y derecho a la información veraz. Con un estilo metódico e implacable, el autor de Traficantes demuestra por completo cómo la realidad del mercado de capitales es incompatible con los importantes principios que, según las voces del statu quo , son garantía y sostén del tinglado mediático de esta sociedad que se dice libre y democrática . Pascual Serrano explica que los medios son deliberadamente opacos respecto de quiénes son sus dueños, empezando por la peripecia sufrida por el propio libro, encargado por la editorial Península, dependiente de Planeta, y publicado finalmente por Akal. Y saca a la luz muchos datos que permiten saber con seguridad que, en efecto, esta información sobre sí mismos que los medios de información se esfuerzan en ocultar, no es para nada irrelevante en lo que a línea editorial y contenidos se refiere. El panorama aparece dominado por un puñado de oligarcas y empresarios oportunistas sin escrúpulos, que no dudan en trapichear con nuestros derechos fundamentales para enriquecerse a toda costa o defender intereses espurios.
El autor de este estudio encuentra algunas de sus mejores fuentes en los sindicatos de periodistas. Los capitalistas mediáticos llevan años y años sosteniendo un duro pulso con los trabajadores de la información, a los que no dejan de abrasar a base de expedientes de regulación de empleo, despidos y condiciones miserables de explotación. Pascual Serrano se adentra en la lucha de clases dentro del opaco mundo de la empresa de la comunicación social. Los asalariados pugnan por la estabilidad en el empleo, entre otras cosas porque es la única garantía de libertad de información. Al tiempo, los empresarios se empeñan a toda costa en la precariedad de sus obreros de la pluma, la cámara y el micrófono. Los dueños se apoyan en el ejército de reserva de periodistas en paro, que no deja de crecer. Cuanto más fácil es el despido, cuanto peores son las condiciones laborales, más aprieta la empresa al periodista para obligarlo a la prostitución ideológica, la tergiversación, la ocultación de información, la autocensura y la dedicación a los contenidos basura. En Traficantes de información se ve algo más que los enjuagues mediáticos, se observa el capitalismo en su pleno funcionamiento, con empresas que declaran estar en crisis profunda para despedir a decenas de trabajadores por menos de lo que les cuesta recompensar por los servicios prestados a un solo ejecutivo.
Después de bucear con tanta profundidad en los lagos de mugre de los que sólo vemos una cristalina, y anodina, superficie, Pascual Serrano está muy capacitado para dar pistas acerca de por dónde van las soluciones para que nuestros espacios públicos de la palabra y la imagen se parezcan un poco más a las bonitas declaraciones de intenciones de la Constitución, las leyes y el discurso dominante. Para el autor del estudio, en lo referente a libertad de expresión e información veraz, el recurso a los medios públicos resulta mucho más recomendable que la deriva de uniformidad, explotación laboral y manipulación representada por los tinglados mediáticos privados. Sin embargo, la tendencia es a la mengua de la influencia de las estructuras estatales. Pascual Serrano nos informa de que la nueva televisión pública no sólo se ha quitado de en medio en el mercado publicitario, sino que cada vez cede más la producción de programas a empresas privadas, pertenecientes, como no, a algunos de los principales holdings mediáticos. Los sindicatos denuncian que la empresa pública infrautiliza a sus propios trabajadores mientras encarga los proyectos a productores externos.
Con el volumen Desinformación, cómo los medios ocultan el mundo, Pascual Serrano proporciona contextos que nos permiten evitar que nos estafen con la información que los medios dominantes nos proporcionan. Ahora, con Traficantes de información, da un paso más y saca a la luz datos muy importantes que impugnan el discurso ideológico que, alrededor de la idea de libertad de prensa , legitima un universo comunicativo pobre, sesgado y vergonzoso.
El autor de este estudio encuentra algunas de sus mejores fuentes en los sindicatos de periodistas. Los capitalistas mediáticos llevan años y años sosteniendo un duro pulso con los trabajadores de la información, a los que no dejan de abrasar a base de expedientes de regulación de empleo, despidos y condiciones miserables de explotación. Pascual Serrano se adentra en la lucha de clases dentro del opaco mundo de la empresa de la comunicación social. Los asalariados pugnan por la estabilidad en el empleo, entre otras cosas porque es la única garantía de libertad de información. Al tiempo, los empresarios se empeñan a toda costa en la precariedad de sus obreros de la pluma, la cámara y el micrófono. Los dueños se apoyan en el ejército de reserva de periodistas en paro, que no deja de crecer. Cuanto más fácil es el despido, cuanto peores son las condiciones laborales, más aprieta la empresa al periodista para obligarlo a la prostitución ideológica, la tergiversación, la ocultación de información, la autocensura y la dedicación a los contenidos basura. En Traficantes de información se ve algo más que los enjuagues mediáticos, se observa el capitalismo en su pleno funcionamiento, con empresas que declaran estar en crisis profunda para despedir a decenas de trabajadores por menos de lo que les cuesta recompensar por los servicios prestados a un solo ejecutivo.
Después de bucear con tanta profundidad en los lagos de mugre de los que sólo vemos una cristalina, y anodina, superficie, Pascual Serrano está muy capacitado para dar pistas acerca de por dónde van las soluciones para que nuestros espacios públicos de la palabra y la imagen se parezcan un poco más a las bonitas declaraciones de intenciones de la Constitución, las leyes y el discurso dominante. Para el autor del estudio, en lo referente a libertad de expresión e información veraz, el recurso a los medios públicos resulta mucho más recomendable que la deriva de uniformidad, explotación laboral y manipulación representada por los tinglados mediáticos privados. Sin embargo, la tendencia es a la mengua de la influencia de las estructuras estatales. Pascual Serrano nos informa de que la nueva televisión pública no sólo se ha quitado de en medio en el mercado publicitario, sino que cada vez cede más la producción de programas a empresas privadas, pertenecientes, como no, a algunos de los principales holdings mediáticos. Los sindicatos denuncian que la empresa pública infrautiliza a sus propios trabajadores mientras encarga los proyectos a productores externos.
Con el volumen Desinformación, cómo los medios ocultan el mundo, Pascual Serrano proporciona contextos que nos permiten evitar que nos estafen con la información que los medios dominantes nos proporcionan. Ahora, con Traficantes de información, da un paso más y saca a la luz datos muy importantes que impugnan el discurso ideológico que, alrededor de la idea de libertad de prensa , legitima un universo comunicativo pobre, sesgado y vergonzoso.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Envía esta noticia
Compartir esta noticia:
Fuente: Rebelión
Nenhum comentário:
Postar um comentário