Hablo a las paredes |
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"Hablo
a las paredes" dice Lacan, y esto quiere decir: "Ni a ustedes, ni al
gran Otro. Hablo solo. Esto precisamente es lo que los concierne.
Interprétenme ustedes".
Las paredes son las de la capilla de Sainte-Anne. Lacan
reencuentra ahí su juventud como residente de psiquiatría. Se divierte,
improvisa, se deja llevar. La intención es polémica: sus mejores
alumnos, cautivados por la idea de que el psicoanálisis hace un vacío de
todo saber previo, levantan la bandera del no saber, sacada de
Bataille. "No", dice Lacan, "el psicoanálisis proviene de un saber
supuesto, el del inconsciente. Se accede a él por la vía de la verdad
(el analizante se esfuerza en decir crudamente lo que se le pasa por la
cabeza) cuando esta conduce al goce (el analista interpreta los dichos
del analizante en términos de libido)".
En cambio, otras dos vías cierran el acceso al mismo:
la ignorancia (entregarse a ella con pasión implica siempre consolidar
el saber establecido) y el poder (la pasión por el dominio oblitera lo
que revela el acto fallido). El psicoanálisis enseña las virtudes de la
impotencia: ella al menos respeta lo real.
Lección de sabiduría para una época, la nuestra, que ve
cómo la burocracia, de la mano de la ciencia, sueña con cambiar lo más
profundo que tiene el hombre por medio de la propaganda, de la
manipulación directa del cerebro, de la biotecnología y hasta del social
engineering. Antes, por cierto, no estaba bien, pero mañana podría ser
peor.
Jacques-Alain Miller
Editorial Paidós |
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Otros Escritos |
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Jacques-Alain Miller dice que este libro contribuirá a descubrir nuevos aspectos del pensamiento lacaniano:
"Es posible que en el gran público se lea poco a Lacan.
Esto hace pensar en las palabras de Picasso: “¿Cuántas personas han
leído a Homero? Sin embargo todo el mundo habla de él. Se creó así la
superstición homérica”. Hay una superstición lacaniana. No satisfacerse
con ella no impide admitir un hecho, que es un hecho de transferencia.
La publicación de la presente compilación tendrá
incidencia sobre esa transferencia. Ella hará ex-sistir, lo creemos, a
un Lacan diferente del que se volvió clásico (dicho de otro modo,
clasificado) bajo el signo de la palabra y el lenguaje.
La publicación de la presente compilación hará
ex-sistir, lo creemos, a un Lacan diferente del que se volvió clásico
(dicho de otro modo, clasificado) bajo el signo de la palabra y el
lenguaje.”
Editorial Paidós |
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Jacques Lacan:
Escritos 1. (edición revisada, 2008) |
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El Seminario de Jacques Lacan
TEXTO ESTABLECIDO POR JACQUES-ALAIN MILLER |
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ÚNICA EDICIÓN AUTORIZADA
TÍTULOS PUBLICADOS POR EDITORIAL PAIDOS |
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Libro 1:
Los escritos técnicos de Freud
1953-1954
"El maestro interrumpe el silencio con cualquier cosa,
un sarcasmo, una patada. Así procede, en la técnica zen, el maestro
budista en la búsqueda del sentido.
A los alumnos les toca buscar las respuestas a sus
propias preguntas. El maestro no enseña ex cátedra una ciencia ya
constituida, da la respuesta cuando los alumnos están a punto de
encontrarla.
Esta enseñanza es un rechazo de todo sistema. Descubre
un pensamiento en movimiento: que, sin embargo, se presta al sistema, ya
que necesariamente presenta una faz dogmática. El pensamiento de Freud
está abierto a revisión. Reducirlo a palabras gastadas es un error. Cada
noción posee en él vida propia. Esto precisamente es lo que se llama
dialéctica."
(Fragmento de la "Apertura del Seminario") |
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Libro 2:
El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica
1954-1955
"Encontré para ustedes una curiosa ordenanza de 1277.
En esos tiempos de tinieblas y fe, se estaba obligado a reprimir a la
gente que, en los bancos de la escuela, en la Sorbona y otros sitios,
blasfemaban abiertamente durante la misa contra el nombre de Jesús y de
María. Ustedes ya no hacen estas cosas... Por mi parte, conocí personas
encarnizadamente surrealistas que se habrían hecho meter presas antes
que publicar un poema blasfematorio contra la Virgen, pues creían que
podía sucederles algo.
Los más severos castigos se dictaban contra los que
jugaban a los dados sobre el altar durante el santo sacrificio. Estas
cosas me parecen sugerir la existencia de una dimensión de eficacia que
en nuestra época falta.
No es casual que les hable de los dados y los haga jugar al juego de par o impar.
Es con el simbolismo de este dado que rueda que surge
el deseo. No digo deseo humano porque, al fin y al cabo, el hombre que
juega con el dado es cautivo del deseo puesto así en juego. No conoce el
origen de su deseo, que rueda con el símbolo escrito sobre las seis
caras."
(Fragmentos de los capítulos XVII y XVIII) |
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Libro 3:
Las psicosis
1955-1956
"¿Qué puede querer decir ser padre? Ustedes conocen las
discusiones eruditas en las que de inmediato se cae, etnológicas u
otras, para saber si los salvajes que dicen que las mujeres conciben
cuando son colocadas en determinado lugar, tienen realmente la noción
científica de que las mujeres se vuelven fecundas cuando han copulado
debidamente. Por más que sea, a más de uno le han parecido estos
interrogantes la expresión de una perfecta necedad, ya que es difícil
concebir animales humanos tan brutos que no se den cuenta de que, cuando
uno quiere tener críos, tiene que copular. Ese no es el asunto. El
asunto es que la sumatoria de esos hechos –copular con una mujer, que
ella lleve luego en su vientre algo durante cierto tiempo, que ese
producto termine siendo eyectado –jamás logrará constituir la noción de
qué es ser padre, hablo sencillamente de qué es ser padre en el sentido
de procrear."
Jacques Lacan |
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Libro 4:
La relación de objeto
1956-1957
"Esta madre insaciable, insatisfecha, a cuyo alrededor
se construye toda la ascensión del niño por el camino del narcisismo, es
alguien real, ella está ahí, y como todos los seres insaciables, busca
qué devorar, querens quem devoret. Lo mismo que el propio niño
había encontrado en otro momento para aplastar su insatisfacción
simbólica, vuelve a encontrárselo tal vez frente a él como unas fauces
abiertas. (...) He aquí el gran peligro que nos revelan sus fantasmas,
ser devorado. (...) proporciona la forma esencial bajo la cual se
presenta la fobia. Lo mismo encontramos en los temores de Juanito. (...)
Con ayuda de lo que acabo de aportarles hoy, verán
mejor las relaciones entre la fobia y la perversión. (...) Yo diría
incluso que interpretarán el caso mejor de lo que Freud pudo hacerlo."
(Fragmento del capítulo XI)
"Pero la castración, no en vano se ha visto, y de forma
tenebrosa, que tiene tanta relación con la madre como con el padre. La
castración materna –lo vemos en la descripción de la situación
primitiva- implica para el niño la posibilidad de la devoración y del
mordisco. "Hay anterioridad de la castración materna, y la castración
paterna es un sustituto suyo".
(Fragmento del capítulo XXI) |
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Libro 5:
Las formaciones del inconsciente
1957-1958
"He aquí la historia. Es una historia de examen, de bachillerato, si les parece. Hay un candidato y un examinador.
–Hábleme, dice el examinador, de la batalla de Marengo.
El candidato se detiene un instante, con aire soñador: –¿La batalla de Marengo...? ¡Muertos! Es horroroso... ¡Heridos! Qué espanto...
–Pero, dice el examinador, ¿no podría decirme sobre esta batalla algo más concreto?
El candidato reflexiona un momento y luego responde –Un caballo levantado sobre las patas traseras, relinchando.
El examinador, sorprendido, quiere sondearlo un poco más y le dice –Caballero, en este caso, ¿quiere hablarme de la batalla de Fontenoy?
–¿La batalla de Fontenoy?... ¡Muertos! Por todas partes... ¡Heridos! Muchísimos, un horror...
El examinador, interesado, dice –Pero oiga, ¿podría darme alguna indicación más concreta sobre esta batalla de Fontenoy?
–¡Eh!, dice, el candidato, un caballo levantado sobre las patas traseras, relinchando.
El examinador, para maniobrar, le pide al candidato, que le hable de la batalla de Trafalgar. Éste responde: –¡Muertos! Un montón de cadáveres... ¡Heridos! A centenares...
–Pero en fin, señor, ¿no puede decirme nada más concreto sobre esta batalla?
–Un caballo...
–Usted perdone, he de advertirle que la batalla de Trafalgar es una batalla naval.
–¡Eh! ¡Eh!, dice el candidato, ¡Atrás, caballo, atrás!"
(Fragmento del capítulo VI) |
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Libro 7:
La ética del psicoanálisis
1959-1960
"Conviene que nos detengamos en ese desfiladero, en ese
paso estrecho, en el que Freud mismo se detiene y retrocede con un
horror motivado.
Tú amarás a tu prójimo como a ti mismo–este mandamiento
le parece humano. ¿No puede decirse que Sade nos enseña una tentativa
de descubrir las leyes del espacio del prójimo como tal? –ese prójimo en
tanto lo más cercano al que tenemos a veces, aunque más no sea para el
acto del amor, que tomar en nuestros brazos.
No hablo aquí de un amor ideal, sino del acto de hacer
el amor. Sabemos muy bien cómo las imágenes del yo pueden contrariar
nuestra propulsión en ese espacio.
¿No tenemos algo que aprender acerca de las leyes de
ese espacio, en la medida en que él nos engaña la captura imaginaria por
la imagen del semejante, de aquel que avanza en él en un discurso más
que atroz?"
(Fragmento del capítulo XV) |
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Libro 8:
La transferencia
1960-1961
"Acuérdense de la escena extraordinaria que constituye
la confesión pública de Alcibíades, y traten de situarla en nuestros
términos. (...)
Éste se confiesa, ¿ante quién? Los otros, todos los
otros, aquellos que, por su concierto, sus cuerpos, su concilio, parecen
darle el mayor peso posible a lo que se puede llamar el tribunal del
Otro. ¿Y qué es lo que constituye el valor de la confesión de Alcibíades
ante este tribunal? Es que dice precisamente haber tratado de convertir
a Sócrates en algo completamente sometido y subordinado a otro valor
distinto del de la relación de sujeto a sujeto. Frente a Sócrates, cara a
cara, ha manifestado una tentativa de seducción, ha querido hacer de
él, y de la forma más manifiesta, alguien instrumental, subordinado ¿a
qué? — al objeto de su deseo, el de él, Alcibíades, que es agalma, el buen objeto.
Aún diré más. ¿Cómo no reconocer, nosotros, analistas,
de qué se trata? Está claramente dicho — es el buen objeto que Sócrates
tiene en la barriga. Ahí Sócrates no es más que el envoltorio de lo que
es el objeto del deseo.
Si Alcibíades ha querido manifestar que Sócrates es,
respecto a él, esclavo del deseo, que Sócrates le está sometido por el
deseo, es para indicar claramente que tan solo es este envoltorio. El
deseo de Sócrates, aunque lo conoce, ha querido verlo manifestarse en su
signo, para saber que el otro, objeto, agalma, estaba a su merced.
Pero precisamente haber fracasado en esta empresa cubre
a Alcibíades de vergüenza, y hace de su confesión algo tan cargado.
(...) Es que delante de todos se desvela con sus rasgos el secreto más
impactante, el último resorte del deseo, que obliga siempre en el amor a
disimularlo más o menos — su objetivo es la caída del Otro, en otro,
a."
(Fragmento del capítulo XII) |
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Libro 10:
La angustia
1962-1963
"Es un camino de abordaje esencial para nuestra
experiencia concebir en su estructura original la función de la falta, y
es preciso volver ahí muchas veces para no dejarla escapar. Así pues,
otra fábula.
El insecto que se pasea por la superficie de la banda
de Moebius, si tiene la representación de lo que es una superficie,
puede creer en todo momento que hay una cara que no ha explorado,
aquella que siempre se encuentra en el reverso de la cara por la que se
pasea. Puede creer en dicho reverso, mientras que no lo hay, como
ustedes saben. Él, sin saberlo, explora la única cara que hay, y sin
embargo a cada instante, hay ciertamente un reverso.
Lo que le falta para advertir que ha pasado al reverso
es la pequeña pieza que un día materialicé, construí, para ponérsela a
ustedes en la mano, la que les indica esta forma de cortar el cross-cap.
Esta pequeña pieza faltante es una especie de cortocircuito que lo
llevaría por el camino más corto al reverso del punto donde se
encontraba un instante antes.
Esta pequeña pieza faltante, en este caso el a,
¿queda resuelto el asunto describiéndola de esta forma paradigmática? En
absoluto, porque es el hecho de que falta lo que constituye toda la
realidad del mundo por donde se pasea el insecto. El pequeño ocho
interior es ciertamente irreductible. Dicho de otra manera, es una falta
que el símbolo no suple. No es una ausencia que el símbolo pueda
remediar.
(Fragmento del capítulo X) |
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Libro 11:
Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis
1964
"Nuestra exposición de este año eligió los cuatro
conceptos que desempeñan en esa subversión una función originante: el
inconsciente, la repetición, la transferencia, la pulsion, para definir a
cada uno y mostrarlos anudados por la topología que los sostiene en una
función común.
Permanentemente, entonces, seguía siendo la pregunta
que da radicalidad a nuestro proyecto: la que va de ¿es el psicoanálisis
una ciencia? a ¿qué es una ciencia que incluya al psicoanálisis? El
inconsciente, mantenido según nuestro propósito original como efecto de
significante, y estructurado como un lenguaje, se retomó como pulsación
temporal.
En la repetición se sacó a la luz la función de rúxn
que se cobija tras su aspecto de aúrómarov: el faltar al encuentro se
aísla aquí como relación con lo real.
La transferencia como momento de cierre ligado al engaño del amor, se integraba a esta pulsación.
De la pulsión dimos una teoría que aún no ha sido
posible deslindar, ahora que, a mediados de este año, el 65, se nos pide
que resumamos.
Aparecieron por primera vez, la razón de su constancia,
la topología llamada de borde, que explica el privilegio de los
orificios, el status de la acción de retorno, la disociación de la meta y
el objeto."
Jacques Lacan |
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Libro 16:
De un Otro al otro
1968-1969
"Leo, de pluma de Sollers, que para él Claudel es, ante
todo, el que escribió: “El Paraíso está alrededor de nosotros en este
mismo momento con todos sus bosques atentos como una gran orquesta
invisiblemente que adora y que suplica. Toda esta invención del Universo
con sus notas vertiginosamente en el abismo una por una donde el
prodigio de nuestras dimensiones está escrito”.
Pues bien, Lacan es para mí el que en este seminario afirma: “El infierno nos conoce, es la vida de todos los días”.
¿Es lo mismo? ¡Ah, no lo creo! Acá no hay adoración, no hay orquesta invisible ni vértigos ni prodigios.
Empecemos por el final: Lacan “evacuado” de la calle de
Ulm con sus oyentes, no sin resistencia ni escándalo. El episodio dio
que hablar. ¿Qué había hecho él para merecer esto? Se dirigió no solo a
los psicoanalistas, sino también a una juventud aun enardecida por los
acontecimientos de mayo, que lo acepta sin embargo como un maestro del
discurso en el mismo momento en que sueña con subvertir la Universidad.
¿Qué les había dicho él? Que “Revolución” quiere decir volver al mismo
lugar. Que en lo sucesivo el saber impone su ley al poder, y que se ha
vuelto ingobernable. Que el pensamiento es como tal una censura. Les
habla de Marx, pero también de la apuesta de Pascal, que en sus manos se
vuelve una nueva versión de la dialéctica del amo y del esclavo, y
también de los fundamentos de la teoría de los conjuntos. Continúa con
una clínica de la perversión, con los modelos de la histérica y del
obsesivo. Todo esto contagia, brilla, cautiva.
Entre líneas, se sigue el diálogo de Lacan consigo
mismo sobre el sujeto del goce y la relación de este con la palabra y el
lenguaje."
Jacques-Alain Miller |
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Libro 17:
El reverso del psicoanálisis
1969-1970
"Si se tiene en cuenta esto, se puede encontrar el modo
de justificar, por medio de mis argumentos, que el estudiante no se
siente desplazado por el hecho de sentirse hermano, como dicen, no del
proletariado, sino del subproletariado.
El proletariado es como la plebe romana– eran personas
muy distinguidas. La lucha de clases contiene tal vez esta pequeña
fuente de errores desde el punto de partida, que eso no ocurre en
absoluto en el plano de la verdadera dialéctica del discurso del amo– se
sitúa en el plano de la identificación. Senatus Populusque Romanus. Están del mismo lado. Y el imperio son los otros, que están de más.
Se trata de saber por qué los estudiantes se sienten,
como los otros, de más. No parece en absoluto que vean claramente cómo
salir de esto.
Quisiera que se den cuenta de que un punto esencial del
sistema es la producción –la producción de la vergüenza. Esto puede
traducirse – es el impudor.
Por esta razón, tal vez no sería un mal procedimiento no ir en esta dirección."
(Fragmento del capítulo XIII, junio de 1970.) |
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Libro 18:
De un discurso que no fuera del semblante
1971
Título a primera vista enigmático. Demos la clave: se
trata del hombre y de la mujer — de sus relaciones más concretas,
amorosas y sexuales, en su vida diaria, sí, así como en sus sueños y sus
fantasmas. Sin duda esto no tiene nada que ver con lo que estudia la
biología con el nombre de sexualidad. ¿Debe dejarse por ello este campo a
la poesía, la novela, las ideologías? Aquí se intenta darle una lógica.
Es sinuosa.
En el orden sexual no basta ser, también hay que
parecer. Esto es verdad para los animales. La etología describió en
detalle el cortejo, que precede y condiciona el acoplamiento:
habitualmente es el macho el que da signos a su pareja de sus buenas
disposiciones, mediante la exhibición de formas, colores, posturas.
Estos significantes imaginarios constituyen lo que nosotros llamamos
semblantes. Asimismo se los ha podido destacar en la especie humana y
encontrar en ello motivos para la sátira. Para encontrar motivos para la
ciencia, conviene distinguirlos bien del real que velan y a la vez
manifiestan, el del goce.
Este no es el mismo para uno y otro sexo. Difícilmente
localizable del lado mujer y, a decir verdad, difuso e insituable, lo
real en juego está, del lado hombre, ligado a un semblante mayor, el
falo. (...) Al final del recorrido, se podrá dar su valor exacto al
aforismo de Lacan: No hay relación sexual".
Jacques Alain Miller |
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Libro 19:
... o peor
1971-1972
“Encuentro fortuito entre una máquina de coser y un
paraguas. Encuentro imposible entre la ballena y el oso blanco. Uno,
creación de Lautréamont; el otro, indicación de Freud.
Ambos memorables. ¿Por qué? Sin duda, ellos conmueven algo en nosotros. Lacan dice qué.
Se trata del hombre y de la mujer. Entre los dos, ningún acuerdo ni armonía, no hay programa, nada pre-establecido: todo está librado al azar,
lo que en lógica modal se llama “contingencia”. Nadie se salva. ¿Por
qué esta es fatal, es decir, necesaria? Hay que pensar que procede de
una imposibilidad. De ahí el teorema: “No hay relación sexual”. Esta
fórmula es famosa hoy en día.
En el lugar de lo que así agujerea lo real, hay
plétora: imágenes que embaucan y que encantan, discursos que prescriben
lo que esa relación debe ser. No son más que semblantes, cuyo artificio
el psicoanálisis volvió patente para todos. En el siglo XXI, se lo da
por sentado. ¿Quién cree aún que el matrimonio tenga un fundamento natural? Dado que es un hecho de cultura, se consagran a la invención. Se improvisan otras construcciones por todas partes. Será mejor… o peor.
“Hay Uno”. En el corazón del presente seminario, este
aforismo, que pasó desapercibido, completa el “No hay” de la relación
sexual, al enunciar lo que hay.
Entiendan: el Uno-solo. Solo en su goce (radicalmente
autoerótico) tanto como en su significancia (fuera de la semántica).
Aquí comienza la última enseñanza de Lacan. Allí reside lo esencial de
lo que les enseñó, y sin embargo todo es nuevo, renovado, patas arriba.
Lacan enseñaba la primacía del Otro en el orden de la verdad y en el del deseo.
Aquí enseña la primacía del Uno en la dimensión de lo real. Recusa el
Dos de la relación sexual y también el de la articulación significante.
Recusa el gran Otro, pivote de la dialéctica del sujeto, le deniega la
existencia, lo remite a la ficción. Desvaloriza el deseo y promueve el
goce. Recusa el Ser, que no es más que semblante. La henología, doctrina
del Uno, aquí está por encima de la ontología, teoría del Ser. ¿El
orden simbólico? En lo real no es otra cosa que la iteración del Uno. De
ahí el abandono de los grafos y de las superficies topológicas en
beneficio de los nudos, hechos de redondeles de cuerda, que son Unos
encadenados. Recuerden: el Seminario 18 suspiraba por un discurso que no
fuese del semblante.
Pues bien, vean en el Seminario 19 el intento de un discurso que partiría de lo real. Pensamiento radical del Un-dividualismo moderno.”
Jacques-Alain Miller (texto de contratapa) |
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Libro 20:
Aún
1972-1973
"Basta ir a Roma y ver la estatua de Bernini para
sentirse intrigado y plantearse diversos interrogantes. ¿Qué quiso decir
Bernini al presentar así a santa Teresa? «Está claro que el testimonio
esencial de los místicos es justamente decir que lo sienten, pero que no
saben nada.»
«Estas jaculaciones místicas no son ni palabrería ni
verborrea; son, a fin de cuentas, lo mejor que hay para leer– nota a pie
de página: añadir los Escritos de Jacques Lacan porque son del mismo registro.»
A fines de siglo pasado, en la época de Freud, había
mucha gente, honesta por lo demás, en torno a Charcot y a otros, que
investigaba afanosamente los problemas del misticismo. «Pero todo bien
mirado, la cosa no es así. Ese goce que se siente y del que nada se sabe
¿no es acaso lo que nos encamina hacia la ex-sistencia? ¿Y por qué no
interpretar una faz del Otro, la faz de Dios, como lo que tiene de
soporte al goce femenino?»" |
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Libro 23:
El sinthome
1975-1976
"Diez veces un anciano de cabellos blancos aparece en
escena. Diez veces resopla y suspira. Diez veces dibuja lentamente
extraños arabescos multicolores que se anudan entre sí y con los
meandros y volutas de su palabra unas veces embrollada y otras liberada.
Una multitud contempla estupefacta al hombre-enigma y recibe el ipse
dixit aguardando una iluminación que se hace esperar.
Non lucet, no hay claridad ahí dentro, y los Teodoro buscan fósforos. Sin embargo, piensan: cuicumque in sua arte perito credendum est,
quien ha probado ser hábil en su arte merece crédito. ¿A partir de
cuándo alguien está loco? El maestro mismo plantea la pregunta.
Eso era antes. Eran los misterios de París hace treinta
años. Tal como Dante que toma la mano de Virgilio para aventurarse en
los círculos del Infierno, Lacan tomaba la de James Joyce, el ilegible
irlandés, y, tras este desgarbado Comendador de los Incrédulos, entraba
con paso pesado y vacilante en la zona incandescente donde arden y se
retuercen mujeres-síntoma y hombres-estrago.
Un cortejo equívoco lo secundaba como podía: su yerno;
un escritor desgreñado, entonces joven y también ilegible; dos
matemáticos que dialogan; y un profesor lionés que testimonia la
seriedad de todo el asunto. Una Pasifae discreta se desvivía detrás del
telón.
¡Ríanse, buena gente! Por favor. ¡Búrlense! Nuestra
ilusión cómica está allí para eso. Así no sabrán nada de lo que tiene
lugar ante sus ojos desorbitados: el examen más meditado, más lúcido,
más intrépido, del arte sin par que Freud inventó y que se conoce con el
seudónimo de psicoanálisis."
Jacques-Alain Miller |
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Formulario de pedido |
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