PICICA: "Cualquier anciano o anciana de la tribu recordará la importancia de Camus en nuestra memoria. Hace unos días, en un programa de TV3, se refería a ellos Maruja Torres. La escritora desahuciada de El País –quien mal anda…-, evocando unos rugientes años jóvenes en los que se discutía de todo: reforma o revolución, Sastre o Camus…Durante el apogeo del “pensamiento único”, los mephistos trataron de apropiárselo, pero semejante impostura no podía perdurar. Ahora, en abierto rechazo de los trajes neoliberalismo, volvemos a Camus. Ahora se habla de otro Camus, el anticapitalista radical, el mismo que escribe y respira en diversas ediciones, como en la muy cuidada de La linterna sorda, que ha puesto a disposición de todos nosotros La sangre de la libertad, con introducciones de Freddy Gómez, Hélène Rufat, hijos franceses de anarquistas españoles que tuvieron en Camus entre sus pocos aliados."
Albert Camus (1913-1960), un homenaje desde la izquierda marxista y libertaria
por Pepe Gutiérrez-Álvarez
Extrañamente, no se han desarrollado muchas actividades con ocasión del centenario de Camus. Pero, las hechas, han llevado el sello de la izquierda, algo evidente en el caso de la edición de La sangre de la libertad (La Linterna sorda)
Cualquier anciano o anciana de la tribu recordará la importancia de
Camus en nuestra memoria. Hace unos días, en un programa de TV3, se
refería a ellos Maruja Torres. La escritora desahuciada de El País
–quien mal anda…-, evocando unos rugientes años jóvenes en los que se
discutía de todo: reforma o revolución, Sastre o Camus…Durante el apogeo
del “pensamiento único”, los mephistos trataron de apropiárselo, pero
semejante impostura no podía perdurar. Ahora, en abierto rechazo de los
trajes neoliberalismo, volvemos a Camus. Ahora se habla de otro Camus,
el anticapitalista radical, el mismo que escribe y respira en diversas
ediciones, como en la muy cuidada de La linterna sorda, que ha puesto a
disposición de todos nosotros La sangre de la libertad, con
introducciones de Freddy Gómez, Hélène Rufat, hijos franceses de
anarquistas españoles que tuvieron en Camus entre sus pocos aliados. Se
trata de una trabajada recopilación de algunos de los textos menos
conocidos, obra del periodista y activista insobornable que fue. Nos
recuerda que Camus se hizo periodista, para poder expresar su ira, justo
por todo lo contrario que los que tratan de hacer “carrera” a cualquier
precio. Pero algunas cosas se han hecho. La Fundació Andreu Nin
organizó unas jornadas en Barcelona en el Palau de la Virreina, unos
encuentros que nos ha llevado a Jordi Torrent Bestit y al que escribe, a
tomar parte en un encuentro que bajo el título de “Tot recordant Albert
Camus” que tendrá lugar en la sala Verdaguer de l´Ateneu de Barcelona
el próximo, justo el día que se cumple su centanerio. Yo llevaré bajo el
brazo esta edición de La linterna sorda, y una pequeña ponencia sobre
la calurosa relación de Albert Camus con nuestra revolución, nuestra
República y nuestro anarcosindicalismo… No sé si el martes será el
momento, pero existen numerosas perspectivas para hablar de Albert
Camus. Quizás una de las más sugestivas sea la que plantea Edward Saïd
en Cultura e imperialismo (Anagrama, Barcelona, 1996, pp., 272-275),
obra en verdad imprescindible que dedica no pocas de sus páginas para
hablar de Albert Camus, hijo de una “jor¬nalera española y de un
vinatero francés”. Según Saïd: “Si hay algún autor de la Argelia
francesa que tenga rango universal, ése es Albert Camus. Como sucede con
Jane Austen un siglo antes, en la obra de Camus se han desvanecido los
hechos de la realidad imperial, que tan claramente podrían observarse.
Como en Austen, se ha conservado un ethos visible, que sugiere
universalidad y humanismo y que está en profunda contradicción con las
descripciones geográficas abiertamente ofrecidas en sus novelas. Fanny
controla Mansfield Park y la plantación en Antigua, así como Francia
controla Argelia y, dentro del mismo giro narrativo, gobierna también el
descon¬certante aislamiento existencial de Meursault. Camus es capital
para comprender el “proceso de descolonización de la Francia del si¬glo
XX, con sus desagradables turbulencias coloniales (…) Se trata de una
figura imperial muy tardía que no sólo ha sobrevivido al fin del imperio
sino que permanece como escritor `universalista´ anclado en un
colonialismo hoy olvidado”. En las líneas siguientes, Saïd establece un
paralelismo entre Camus y Orwell: “Como Orwell, Camus se con¬virtió en
un escritor conocido en relación con problemas cen¬trales en los años
treinta y cuarenta: el fascismo, la guerra civil española, la
resistencia ante los ataques fascistas, las cuestio¬nes de la pobreza y
la injusticia social vistas desde dentro del discurso del socialismo,
las relaciones entre escritores y políti¬cos y el papel del intelectual.
Ambos eran famosos por la clari¬dad y limpidez del estilo -recordaremos
aquí la descripción de Roland Barthes del estilo camusiano en términos
de écriture blanche en El grado cero de la escritura (1953)- y también
por la despojada claridad de sus formulaciones políticas. Los dos
sufrieron con poco felices resultados la transformación inhe¬rente a los
años de la posguerra. Los dos tienen un interés pós¬tumo: escribieron
novelas que hoy parecen tratar de cosas muy diferentes a las que aludían
en su momento. En la esfera de la polémica de la guerra fría los
exámenes ficticios de Or¬well sobre el socialismo británico adquirieron
una cualidad profética (si se está de acuerdo con ellos) y sintomática
(si no se aceptan). Los relatos de Camus sobre la resistencia y la
con¬frontación existenciales, que antes parecían versar sobre la
solidaridad y el enfrentamiento con la muerte y el nazismo, hoy podernos
leerlos como parte del debate acerca de cultura e im¬perialismo”. Al
parecer del brillante crítico literario palestino: “El paralelo
llamativo entre Camus y Orwell re¬side en que los dos se han convertido
en figuras ejemplares para sus culturas respectivas, figuras cuya
importancia pro¬viene de la fuerza inmediata de sus contextos nativos,
aunque parezcan trascenderlos (…) Probablemente ningún escritor europeo
de su tiempo dejó una huella tan profunda en la imaginación y en la
con¬ciencia moral y política de su propia generación y de la si¬guiente.
Se sentía intensamente europeo porque pertenecía a la frontera de
Europa y era consciente de la amenaza. La amenaza también apeló a su
conciencia. La rechazó, pero no sin conflicto”. La exposición de Saïd
prosigue, luego establece una comparación entre Camus y Joseph conrad,
dos escritores “fronterizos” que perciben de una manera muy especial la
derrota de los valores europeos, cabría decir de la Ilustración,
masacrada primero por los fascismo y luego por la gangrena neoliberal.
Los temas son amplios y recurrentes, Saïd rebate la idea de que Sartre
lo “tuvo más fácil” en relación a la independencia de Argelia que Camus
que era un producto europeo, un francés educado en la escuela
republicana que le permitió salir del agujero de la miseria y el atraso.
El debate está servido, también en relación a Orwell. Saïd no se olvida
de la República y la guerra de España en su paralelismo, pero hay un
pero…El autor que utiliza la lupa para profundizar en los detalles del
dominio cultural del imperialismo, no tiene nada que decir sobre la
lucha antifascista, pero sobre todo, evade toda referencia a la
revolución rusa y al tremendo estupor que significó el estalinismo.
Camus fue un militante comunista de la época idealista, que se aparta al
contemplar los procesos de Moscú y la actuación estalinista en España.
Orwell apoya inicialmente la línea comunista oficial de la guerra
primero, pero los propios hechos le llevan a afiliarse al POUM, del que
Camus dirá que en 1937 defendió el “honor del socialismo”. Ambos
estarían de acuerdo en describir el siglo XX como “el siglo de las
revoluciones traicionadas”. Saïd ya no entra en este terreno, a mi
parecer, tampoco lo hace de una manera suficiente sobre el
anticolonialismo del primer Camus, del Orwell de Días de Birmania, del
acérrimo defensor de la independencia de la India. Lo dicho, se trata de
un debate abierto, apasionante. Esperemos que libros como La sangre de
la libertad, ayuden a hacerlo. Podemos criticar a Camus, lo que no
podemos hacer es olvidarlo.
Fuente: Webguerríllero
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