PICICA: "Las personas trans siguen siendo desconocidxs y marginadxs en gran parte de los discursos contemporáneos del feminismo
insurreccional. Ensayos sobre los perpetradores “masculinizados”
(male-bodied) de asalto sexual y “hombres y mujeres socializados”
parecen dejar mucho por analizar las formas en que las personas trans se
han relacionado históricamente con el funcionamiento de los sistemas de
género y el desarrollo del capitalismo como sistema. Es en este
contexto que intervenimos discursivamente con lo que podríamos llamar
trans-feminismo insurreccional, un análisis que analiza claramente la
forma en que los organismos trans se relacionan con el legado del
capitalismo y de las posibilidades de vivir el comunismo y la difusión
de la anarquía. Esto claramente no es un alegato a favor de la
inclusión, no es una articulación de las políticas de identidad, sino
más bien una articulación de por qué podemos volcados en la insurrección
y la comunización con aquellxs que comparten nuestros deseos y tal vez
un conjunto preliminar de ideas sobre cómo nuestros posicionamientos
pueden ser utilizados en este tipo de procesos. Con tal de imaginar las
posibilidades de subversión, sin embargo, debemos reconocer primero las
relaciones históricas del capitalismo a la formulación del sujeto trans."
Artículos
Hacia un Trans-feminismo Insurreccional (Some Deceptive Trannies, 2010)
Extraído de Infoshop.org, titulado originalmente “Towards an insurrectionary trans-feminism” . Traducido por CN.
(Una nota sobre el género: Este ensayo trata con las historias discursivas y materiales de las personas a las que
refereriré como “trans mujeres”, lo cual defino ampliamente como
cualquiera que, no siendo asignadx femenino al nacer, experimentan sus
cuerpos como hembra, viviendo su género de una manera que este pueda ser
considerado como femenino, y/o identificándose como mujer/de espectro
trans-femenino/transfeminismo. Prefiero, a regañadadientes, utilizar
este término con cierta reticencia ya que sin duda elimina la
complejidad de mi experiencia de género, mas mi objetivo es relacionar
en términos generales a quienes se les ha asignado coercitivamente una
categoría de género que no sea la de mujer, pero que aún así heredan
gran parte del legado de dicha categoría)
Las personas trans siguen siendo desconocidxs y marginadxs en gran parte de los discursos contemporáneos del feminismo
insurreccional. Ensayos sobre los perpetradores “masculinizados”
(male-bodied) de asalto sexual y “hombres y mujeres socializados”
parecen dejar mucho por analizar las formas en que las personas trans se
han relacionado históricamente con el funcionamiento de los sistemas de
género y el desarrollo del capitalismo como sistema. Es en este
contexto que intervenimos discursivamente con lo que podríamos llamar
trans-feminismo insurreccional, un análisis que analiza claramente la
forma en que los organismos trans se relacionan con el legado del
capitalismo y de las posibilidades de vivir el comunismo y la difusión
de la anarquía. Esto claramente no es un alegato a favor de la
inclusión, no es una articulación de las políticas de identidad, sino
más bien una articulación de por qué podemos volcados en la insurrección
y la comunización con aquellxs que comparten nuestros deseos y tal vez
un conjunto preliminar de ideas sobre cómo nuestros posicionamientos
pueden ser utilizados en este tipo de procesos. Con tal de imaginar las
posibilidades de subversión, sin embargo, debemos reconocer primero las
relaciones históricas del capitalismo a la formulación del sujeto trans.
La relación entre el capitalismo y el
sujeto trans es objeto de controversia. Aunque muchos teóricos como
Leslie Feinberg han tratado de reconstruir una narrativa universal
a-histórica de las personas trans a lo largo de la historia alrededorel
mundo, vemos en esto una tarea que en ultima instancia cae al no tomar
en cuenta las condiciones
económicas y sociales precisas que dieron lugar a cada instancia de
variación de género específica. La inconformidad de género no es un
fenómeno estable o coherente que aparece en la historia debido a las
mismas condiciones, sino que más bien puede tener contextualmente una
multiplicidad de significados. Aunque sin duda podría ser útil para
analizar las formas en que el capitalismo ha instituido sistemas
binarios de género como medio para organizar el trabajo reproductivo en
contextos coloniales con diferentes sistemas de género, a los efectos de
este ensayo vamos a empezar con la noción de la transexual en el
contexto de los principios del siglo XX en Estados Unidos,
donde los primeros relatos de la transexualidad comenzaron a aparecer.
Estas narraciones están íntimamente ligados al auge de las inversiones
capitalistas en los procedimientos médicos experimentales que dieron
lugar a las primeras formas de la cirugía de reasignación de género. Por
la década de 1950, la transexualidad se había ganado la atención
pública en los Estados Unidos con la cirugía de cambio de sexo de
Christine Jorgensen. La narración de Jorgensen, así como algunas
narraciones sólo veinte años antes de ella, se convirtió en un modelo
para la narrativa de identidad transexual, en el que el sujeto siente
que está en el “cuerpo equivocado” y que la cirugía ha hecho sentir todo
y se alivia la inmensa sensación de cuerpo disforia ahora que ella es
una mujer de verdad. Es en este relato que nos encontramos con las
experiencias de disforia de género tomando forma para definir una
posición de sujeto “trans” concreta.
Al mismo tiempo, el capital ha creado la
posibilidad de que las personas trans puedan modificar sus cuerpos en
las formas que consideren oportunas, a la vez que, junto con los
aparatos biomédicos y psicológicos, proliferaron los medios para
disciplinar el cuerpo trans. Dos de los aparatos más notables en este
sentido son los Standards of Care, que aplican rigurosos estándares de
feminidad y sensibilidad como un primer paso necesario para el acceso a
las tecnologías médicas de transición, así como las “escuelas de
encanto” que acompañaron muchas clínicas GID, tratando de resocializar
correctamente mujeres trans como “damas adecuadas” con los modales,
gracia, y todos los encantos femeninos de las “mujeres naturales”. Los
deseos del sujeto trans son fácilmente moldeados afín de ser rentables
para el capitalismo, en tanto se trate de un sinnúmero de sesiones de
depilación láser, cirugía de reasignación de género o terapia hormonal.
Es decir, la subjetividad trans se une a las condiciones del capitalismo
y las técnicas disciplinarias que han dado lugar a la misma.
Desplegamos estas palabras con cuidado, no obstante, pues reconocemos
las formas en que “radicales” y “feministas” han desplegado esto como
medios de construcción de trans mujeres como penetradores de vanidad y
artefactos artificiales de femeneidad capitalistamente-creada. Sin
embargo, el carácter construido del sujeto trans y el cuerpo trans no
está más ligada a la historia del capitalismo y la dominación, que el
carácter construido de la mujer como identidad y cuerpo, o el carácter
construido de las identidades y corporalidades racializadas.
No queremos dar a entender que la
identidad trans se basa en una forma particular de modificación del
cuerpo o de acceso a la tecnología médica, sino que estas primeras
narrativas de experiencia trans y las técnicas disciplinarias que
configuran tales identidades son fundamentales en la forma en que la
identidad trans ha emergido, ya sea en términos amplios de constituir
una “comunidad trans” política sobre la base de compartir un sentimiento
de disforia, o el surgimiento del género queer como una subjetividad
politizada que se ha convertido en deleite del postmodernismo. El
transfeminismo, entonces, se ha convertido en una teoría dedicado a la
articulación de la sujeto trans hablante. Pero el capitalismo tiene cada
vez mayor espacio para incorporar una cantidad infinita de
subjetividades de género, las que se pueden prestar a la creación de
valor para el capital. De esta manera, la teoría trans enfrenta límites
similares a la teoría feminista, en que se ha producido una forma
feminizada de capital, la que no es menos brutal en su forma. La tarea
es, entonces, crear una teoría insurreccional que se base en la realizar
cuerpos trans sin función alguna en relación al proceso de creación de
valor, el que requiere de esta identidad como trans, como mujer, como
humana. Como trans, sentimos la corporalidad empujándonos a la fuerza
dentro nuetro, en un intento en volvernos inteligibles, para usar el
estado de nuestros cuerpos con tal de comprender nuestro género y
vendernos cuerpos “más naturales”. Sentimos que nuestros cuerpos pesan
más que nuestras identidades elegidas cuando interactuamos con otros y
no pasamos. Como mujeres trans, así como hemos experimentado el legado
de la subjetividad trans en el capitalismo, también sentimos el peso de
la corporalidad de la mujer en el capitalismo aplastando nuestras
existencias. Experimentamos la violencia implícita en la división sexual
del trabajo cada vez que somos violadas y golpeadas, y dignificada y
tratada como un caliente jueguete sexual she-male. Sin embargo, es en
esta experiencia en que podemos ver las posibilidades de huelga humana
para las mujeres trans.
Las mujeres trans experimentan la
corporalidad de una manera única. Mientras el capital pretende seguir
utilizando el cuerpo femenino como una máquina proletaria para
reproducir más fuerza de trabajo, los cuerpos de las mujeres trans no
pueden producir más trabajadores y constantemente es considerada como
desnaturalizada. Quizás en la valorización de inoperación para la
reproducción, voluntariamente extendida a todas las formas de trabajo
reproductivo, vemos la potencialidad de la huelga humana. Aún no se han
visto formas de ampliar esto, pero en este enfrentamiento a la
naturaleza y a las matrices de heteronormatividad que son cruciales para
el funcionamiento del capitalismo, vemos la relación de parentesco
entre la huelga humana de las mujeres trans y la materialización de una
fuerza queer no-reproductiva, puramente negativa. Al parecer la mujer
trans también tiene futuro, y por lo tanto a través de la construcción
de esta fuerza negativa podría tener una participación en la demolición
de todo y la abolición de sí misma en el proceso. En cualquier caso, no
tenemos las respuestas que volverá la sociedad inoperable, que pondrá
fin a la reproducción social de este mundo. Sin embargo, como mujeres
trans, sabemos que cada ataque contra el capital es una huelga contra
los mecanismos de la opresión de género, y que todas las huelgas en
contra de la violencia de género en nuestras vidas es una huelga contra
las maquinaciones del capital.
Huelga de género es huelga humana,
some deseptive trannies
Fonte: Colunanegra.net
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