PICICA: "Lo que
se está jugando en este momento es nada menos que la soberanía de
los pueblos europeos, y no es la primera vez que sucede en Europa. Lo
que se está disputando es que la democracia y el Estado de Derecho
tengan alguna posibilidad, o que por el contrario sean los intereses
de los poderes económicos, por encima de los intereses de las
personas, los que dictaminen el funcionamiento de las instituciones.
Como lleva diciendo desde hace muchos años el filósofo Carlos
Fernández Liria, cuando las reglas del juego las ponen los mercados,
los Parlamentos sólo tienen una posibilidad de existir: siempre y
cuando no sirvan para nada. En cuanto un Parlamento pretende cambiar
mínimamente las reglas del juego, entonces se da un golpe de estado,
más o menos encubierto, para poner los puntos sobre las íes, y así
se le enseña al electorado lo que tiene que votar."
Golpe de Estado en Grecia
En
Grecia ganó las últimas elecciones Syriza con un programa que
pretendía sacar a la economía griega de la crisis en la que estaba
sumida con una receta distinta a la de la austeridad, que es la que
se ha venido aplicando en todos los países de la UE. La austeridad
-en forma de privatizaciones, recortes salariales, y
desregularización del mercado de trabajo- se ha mostrado como una
vía completamente ineficaz para resolver los problemas que amenazan
a la población europea (el creciente paro, la desigualdad social, la
deuda), problemas que están teniendo consecuencias catastróficas
inmediatas sobre la vida de las personas. Los gobiernos anteriores al
de Syriza aplicaron disciplinadamente las recetas dictadas por la
Troika, (BCE, FMI y CE), una alianza de organismos que se encuentra
fuera del control democrático, y que vela por los intereses de los
llamados mercados -los poderes económicos y financieros. La
Troika pone una serie de condiciones a los gobiernos a cambio de
recibir los rescates financieros que impiden que la banca pierda
liquidez y evitando que la economía del país llegue a una situación
de bancarrota. Así ha sucedido en Grecia durante los últimos años.
Pero, hay que tener muy en cuenta que no se trata de rescates que
favorezcan a la población, por mucho que nuestros dirigentes
políticos estén intentando vender la idea de que los países de la
UE hemos sido muy solidarios con Grecia, un país, al parecer, lleno
de vagos y de funcionarios multimillonarios, que han estado viviendo
a costa de los trabajadores europeos. Lo que se ha rescatado en
Grecia ha sido a las entidades financieras, y en realidad, a los
bancos alemanes y franceses, principales tenedores de deuda pública
griega. Así lo ha reconocido en una carta Olivier Blanchard,
principal economista del FMI, quien dice expresamente que la mayor
parte de los rescates ha ido a parar a bancos con sede en Francia y
Alemania. La increíblemente grande deuda griega tiene su origen no
en el gasto público, sino en la transformación en deuda pública de
la deuda privada generada por la banca. El problema de la deuda es
una especie de espiral infinita, pues para impedir la quiebra de la
economía se acude a nuevos rescates financieros, cuyos intereses se
suman a la deuda ya existente, deuda que tiene que pagar el Estado,
es decir, la gente. Sin duda, la deuda funciona como un eficaz
instrumento de chantaje político: tu economía se está hundiendo y
estás en peligro de dejar de ser solvente. Te puedo prestar dinero
para salvar tu sistema financiero, pero a cambio tienes que hacer lo
que yo te ordene, con independencia de lo que quieran tus electores.
Así funciona en este momento la UE.
¿Cómo
salir de la espiral? Syriza ganó las elecciones con un programa en
el que se comprometía a emprender un camino distinto. Para
solucionar los problemas de la economía griega Syriza planteaba la
necesidad de llevar a cabo una serie de reformas en la economía que
favorecieran los intereses del pueblo griego, obedeciendo así el
mandato principal de todo gobierno democrático. Para ello es
imprescindible buscar una solución al problema de la deuda pública,
que actualmente representa el 180 % del PIB. La solución pasa por
una reestructuración de la deuda, que puede llevarse a cabo de
distintas maneras: en forma de quita, a través de moratorias o a
través de una rebaja de los tipos de interés. Que la solución pasa
por la reestructuración lo han dicho muchos economistas, e incluso
el FMI ha hablado de la necesidad de una quita. Lo que el gobierno de
Syriza ha planteado desde el principio es, pues, algo de sentido
común, como han declarado muchos economistas, algunos de ellos
premios nobel en economía, y no la ocurrencia de unos fanáticos,
como quieren hacer pensar a la opinión pública las elites europeas,
empresa a la que están contribuyendo eficazmente los medios de
comunicación, y algunos intelectuales, como por ejemplo en nuestro
país Fernando Savater que ha escrito hace unos días un repugnante
artículo en El Pais en el que acusa a Syriza de haber apelado a la
“bestia sarnosa del nacionalismo” por haber convocado un
referendum democrático. La única salida posible pasa por una
reestructuración de la deuda griega, porque el pago de la deuda y de
los intereses mantienen a la economía griega completamente ahogada.
Para poder llevar a cabo reformas en la economía e incentivar el
crecimiento económico, el Estado tiene que poder invertir en gasto
público, pero si todos sus ingresos se dedican al pago de los
intereses de la deuda difícilmente va a poder hacerlo. La solución
económica existe. Porque ante lo que estamos no es ante un problema
técnico o económico, sino ante un problema de orden político, en
el que se está jugando, nada menos que la posibilidad de la
democracia. Y es un problema que no sólo afecta a Grecia, sino que
afecta a toda la UE.
El
Eurogrupo, que en un momento de las negociaciones llegó a expulsar
al anterior ministro de finanzas griego Yannis Varoufakis de una
reunión, comportándose como un verdadero cártel mafioso, ha estado
jugando con la amenaza de la expulsión de la zona euro a Grecia si
su gobierno no capitulaba y cumplía obediente las condiciones
impuestas por Alemania, condiciones que de ser aceptadas suponen
renunciar a las medidas con las que ganó las elecciones. Ante el
chantaje el gobierno griego convocó un referendum -algo insólito en
la UE, donde los gobiernos nos tienen acostumbrados a una disciplina
militar frente a los mandatos de la Troika- para preguntar a su
pueblo sobre el acuerdo que en aquel momento estaba sobre la mesa. El
No ganó de manera rotunda, a pesar de que desde el anuncio del
referendum se emprendió la guerra mediática más salvaje que se
pueda imaginar a favor del Sí. De nuevo hemos visto a los medios de
comunicación, a los políticos y a los intelectuales menospreciar,
insultar y acusar de falta de responsabilidad al primer ministro
griego Alexis Tsipras. Por poner tan sólo un ejemplo, la que fuera
ministra de sanidad del último gobierno del PSOE, Trinidad Jiménez,
en el programa de Ana Pastor en el que se analizaban los resultados
del referendum griego, se permitió decir públicamente, en la
televisión, que lo que había que exigir a Tsipras para que se
llegara a un acuerdo era sentido de la responsabilidad, y enterarse
de cómo funciona la maquinaria
europea.(http://www.lasexta.com/videos-online/programas/el-objetivo/noticias/trinidad-jimenez-gobierno-griego-faltado-sentido-responsabilidad-saber-como-funciona-maquinaria-europea_2015070500108.html)
¿Y
cómo funciona la maquinaria europea? ¿A base de golpes de estado
encubiertos, como lo fue la reforma del artículo 135 de la
Constitución española que acordaron el PP y el PSOE, y que obliga
al Estado a priorizar el pago de los intereses de la deuda frente al
gasto social? Trinidad Jiménez insinuaba que la celebración del
referendum no iba a resolver el problema de Grecia, y que más bien
iba a servir para tensar aun más la situación. Desde luego ella sí
sabe como funciona la maquinaria europea: como una mafia. Pero
entonces en lugar de exigir responsabilidad a Tsipras lo que debería
hacer es denunciar con todas sus fuerzas que en la UE nos gobierna
una banda de mafiosos, y que no es posible, por mucho que se ganen
unas elecciones o un referendum, desobedecer a los mercados. Hace
poco en una entrevista Varoufakis contaba que cuando se le ocurrió
preguntar por el funcionamiento del Eurogrupo, por la vigencia de la
norma de la unanimidad en la toma de decisiones, la respuesta que
recibió fue que el Eurogrupo no existe. Aunque es el organismo que
toma las más importantes decisiones dentro de la UE que afectan a la
vida de todas personas que viven dentro de la UE, el Eurogrupo no
existe. Y como no existe no tiene reglamentos de funcionamiento
interno, no tiene normas, ni mucho menos actas. Pues bien, un
organismo inexistente es la institución con mayor poder de toda la
UE. (http://www.elmundo.es/economia/2015/07/04/5596f1b3ca47412d048b459e.html)
Tenía
razón Trinidad Jiménez al augurar que el resultado del referéndum
no iba a ayudar a Grecia. Eso sólo podría pasar en una UE en la
que se respetara la soberanía de los Estados y la democracia. El
“acuerdo” al que se ha llegado entre Grecia y Alemania, o más
bien el resultado de un chantaje despiadado tras 17 horas de
negociación supone asumir unas condiciones absolutamente
inaceptables, mucho peores que las que se planteaban en un principio.
Es indudable que lo que se está buscando es humillar al pueblo
griego, y hundir al gobierno de Syriza, el primer gobierno de toda la
UE que se ha atrevido a enfrentarse a la Troika y decir No. Entre las
durísimas condiciones imprescindibles para que se recupere la
“confianza” perdida por la irresponsabilidad del gobierno griego
se incluye entre otras la financiación de la deuda a través de la
privatización masiva, y recortes en las pensiones. Pero además se
obliga a dar marcha atrás en las reformas emprendidas en estos meses
de gobierno, y la imposibilidad de emprender reformas sin el visto
bueno de las instituciones europeas: “Para normalizar completamente
los métodos de trabajo con las instituciones, el Gobierno deberá
consultar y acordar con las instituciones –la Troika- cualquier
iniciativa legislativa en áreas relevantes y con la debida
antelación en consultas públicas o parlamentarias”.
Lo que
tenemos delante por tanto es, como correctamente se ha nombrado desde
las redes sociales, un golpe de estado (en Twitter ha sido TT el
hastag “ThisIsaCoup”), porque se está quitando a Grecia -y a
todos los países de la UE la capacidad de legislar. Cuando se le
arrebata a una nación el poder de legislarse a sí misma, se le ha
arrebatado la soberanía. A Grecia se le están imponiendo unas
condiciones para el rescate que suponen no sólo incumplir su
programa electoral, sino anular la capacidad legislativa del
Parlamento. Se trata de un golpe de estado en toda regla, y no sólo
en Grecia, sino a toda la UE. El mensaje que están enviando los
poderes financieros a la población europea es que aquí no hay
alternativa, que las decisiones no se toman en los Parlamentos, que
no hay democracia que valga. Lo que se puede o no se puede hacer no
lo decide el poder político. Lo que nos están diciendo es que no
seamos ingenuas, que los mecanismos democráticos europeos, en
realidad, son una farsa, porque las decisiones importantes no se
toman ahí. Y es que si realmente se tomaran en los parlamentos sería
un desastre, porque al pueblo, ignorante y pobre, a veces le da por
votar a opciones políticas como Syriza, un partido de ignorantes y
de pobres, que no saben nada de economía y que pretenden poner por
encima de los intereses de los ricos y de los poderosos los intereses
de los pobres e ignorantes. A Syriza se le ha olvidado que cada uno
ocupa el lugar que le corresponde, y que los pobres e ignorantes -y
aquí pueden entrar países enteros como Grecia, como España o como
Portugal- lo vienen siendo históricamente. El único gesto político
que los mercados están dispuestos a aceptar es de ponerse de
rodillas frente a Alemania, y si pretendes no arrodillarte y
mantenerte en pie, reclamando tu soberanía, entonces te vas a
enterar de lo que vale un peine: no sabes con quien estás hablando.
Te van a retorcer el brazo hasta que grites de dolor y hasta que te
arrepientas de haber pronunciado en algún momento que no eras una
colonia de Alemania. Y van a seguir retorciéndole el brazo a Grecia
mientras el resto de países miran cómo se lo retuercen, para que
olviden definitivamente, si es que alguna vez se les pasó por la
cabeza, votar de manera equivocada, es decir, votar a una opción que
no esté dispuesta a aceptar los chantajes de una banda de gangsters.
Lo que
se está jugando en este momento es nada menos que la soberanía de
los pueblos europeos, y no es la primera vez que sucede en Europa. Lo
que se está disputando es que la democracia y el Estado de Derecho
tengan alguna posibilidad, o que por el contrario sean los intereses
de los poderes económicos, por encima de los intereses de las
personas, los que dictaminen el funcionamiento de las instituciones.
Como lleva diciendo desde hace muchos años el filósofo Carlos
Fernández Liria, cuando las reglas del juego las ponen los mercados,
los Parlamentos sólo tienen una posibilidad de existir: siempre y
cuando no sirvan para nada. En cuanto un Parlamento pretende cambiar
mínimamente las reglas del juego, entonces se da un golpe de estado,
más o menos encubierto, para poner los puntos sobre las íes, y así
se le enseña al electorado lo que tiene que votar.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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Fonte: Rebelión
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